Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Disparates

Ciertas decisiones y actuaciones políticas acaban siendo manifiestamente esperpénticas. En este país ya tenemos extensa tradición a la hora de generar ocurrencias un tanto disparatadas. Y, quizás porque estamos curados de espanto, llegamos a considerarnos como una potencia mundial en esto de las patochadas. Aunque seguro que andamos bien colocados en el ranking, aún hay quién nos gana por goleada. Benditos sean por tranquilizarnos porque, solo recurriendo a la comparación con otros, podemos relativizar el día a día. Menos mal.

El último desatino conocido por estas tierras ha llegado de la mano del alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri. No estuvo muy acertado con su apresurada propuesta de realizar un paso subterráneo atravesando el puerto. Bajo el pretexto de peatonalizar la Explanada, supongo que se esconde un comprensible deseo por dejar su impronta personal en la fachada marítima de la ciudad. Claro que hay necesidades más perentorias que atender, pero solo las grandes obras permiten que se acuerden de uno con el paso de los años ¿verdad? Pues ahí está Echávarri, buscando su hueco en el Olimpo municipal. Aunque la propuesta afectaría íntegramente a una propiedad del Puerto de Alicante, prefirió ningunear a su presidente, Juan Antonio Gisbert, presentando la idea -bueno, el papelito pintado- sin conocimiento de éste. Un tanto grotesco ¿no creen?

Dejemos el ámbito local y pongamos un toque de humor. Les decía que otros nos ganan a la hora de proponer ideas con cierto punto de dislate ¡Y no vean cómo! Si atendemos al modo en que nos las gastamos por aquí, imaginen lo que ocurriría si se negociara una ocurrencia como la planteada por Per-Erik Muskos, concejal del municipio sueco de Övertornea. El ayuntamiento de esta pequeña localidad -apenas 2.000 habitantes- tendrá que debatir una moción que apruebe un permiso laboral de una hora diaria de duración? ¡para practicar sexo! Tan serios que parecen y, miren por dónde, son más pícaros que los latinos.

Mientras los españolitos nos conformamos con treinta minutos para el bocata, estos vikingos reclaman una hora entera para entregarse al fornicio. Eso sí, se supone que en formato rapidito porque, entre desplazamientos, quitar ropas, prolegómenos y demás, a duras penas se llega a disfrutar de los míseros once minutos a los que se refería Paulo Coelho. Lo del «aquí te pillo, aquí te mato» queda demasiado frío. Por cierto, les preocupa que el permiso acabe dedicándose a pasear y no se destine a los menesteres para los que se solicita. En España cumpliríamos con ese fin. Seguro.

Quién iba a pensar que los políticos nórdicos destacarían a la hora de plantear ideas peculiares. Ni la rectitud que les caracteriza para los asuntos públicos, ni la coherencia de la mayoría de sus representantes, es óbice para que realicen algunas propuestas un tanto disparatadas. La del concejal Muskos tiene su miga -ojo, que no hay porqué descartarla- pero la de Gudni Jóhannesson, presidente de Islandia, lo que tiene es pizza. Sin piña, eso sí. Les explico.

Un escolar le preguntaba esta semana, al bueno de Jóhannesson, qué opinaba sobre la pizza hawaiana. Se trata -como ya supondrán- de esa que viene con el postre incluido, en forma de piña pegada a la mozzarella. Al presidente islandés no le convence este bodrio gastronómico -equiparable a la aberrante paella con chorizo de Jamie Oliver- y por ello respondió inocentemente que, si de él dependiera, la prohibiría ¡Qué ha dicho! De ahí a las redes sociales, los titulares capciosos y el oportunismo demagógico de los partidos de la oposición. Semejante tontería acabó siendo considerada como una cuestión de Estado que aún sigue viva. Cierto es que, en este caso, el esperpento no surge del propio mandatario islandés sino de quienes han distorsionado la información para que parezca la mayor de las idioteces. Llevamos toda la semanita leyendo que «Islandia prohibirá la pizza con piña». Pues no va a ser así, leches, que éstos sí son un rato serios.

Para encontrar las memeces de mayor calibre, suele bastar con saltar el charco y atender a la última mamarrachada de los gabinetes que presiden Donald Trump y -¡cómo no!- Nicolás Maduro. En esta ocasión le ha tocado el turno al deporte. Adrián Solano es un ¿esquiador? venezolano que acudió al Mundial que acaba de celebrarse en Finlandia. Aunque el chavismo todo lo consigue, lo de disponer de pistas de esquí en el país aún no ha entrado en la agenda revolucionaria. Solano nunca había visto la nieve -entrenaba en asfalto- y, por este motivo, adelantó su viaje a Europa para conocerla y adaptarse a ella. Llegó a París hace más de un mes pero en el aeropuerto Charles de Gaulle no se creyeron una historia tan rocambolesca. Menos aún con apenas 28 euros en el bolsillo. «¡En Venezuela no hay esquiadores!», parece que le espetó una policía francesa antes de que le deportaran rumbo a Caracas. Ignorante contrarrevolucionaria.

La cuestión es que el chico volvió a casa y se quedó si entrenar. En un primer momento, la expulsión se la trajo al pairo al gobierno venezolano. Ni una queja. Solano volvió a Europa -esta vez vía Madrid- y consiguió llegar a Finlandia sin problemas ¿Qué tal le ha ido el Mundial? Bueno, mejor lo ven ustedes en internet. Ganas le puso pero no consiguió mantenerse en pie con los dichosos esquíes. Con decirles que ha sido considerado como el peor esquiador de todos los tiempos, ya pueden imaginarse. Y aquí surge el problema. Al gobierno de Maduro le importó un carajo la deportación inicial del aspirante a esquiador -tampoco financió su participación- pero el ridículo deportivo no es asumible para Maduro y su tropa. Es ahora, una vez hecho público el vergonzoso resultado cosechado en el Mundial, cuando la canciller venezolana exige responsabilidades al gobierno francés, por orden directa de su histriónico presidente. Junto a ella, los medios bolivarianos cacarean que la policía francesa «hizo perder el campeonato» al pobre Solano. Pues ya tendría que haber aprendido rápido el chaval. Vean el vídeo en YouTube, que no tiene desperdicio.

Aquí tenemos nuestras ocurrencias, sí, pero no somos tan raritos. En absoluto.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats