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No estoy de acuerdo

No. No estoy de acuerdo con el desarrollo de los acontecimientos del «caso Nóos». Porque todo indica que el sr. Urdangarin, «el cuñadísimo», provoca dudas en el fiscal sobre un posible ingreso en prisión hasta que el Tribunal Supremo se pronuncie. Y espero que el socio y correligionario en los conocidos trapicheos, Diego Torres, condenado a 8 años y 6 meses, tenga exactamente el mismo trato que el ex duque. No estoy de acuerdo en que el pago de una fianza (caso de la ex de casi todo, doña Milagrosa Martínez, «La perla» de Novelda) suponga también librarse de la prisión preventiva. La existencia de una ley no significa que sea justa.

No estoy de acuerdo con que el joven Alejandro Fernández, haya entrado en prisión por un delito cometido cuando contaba 18 años (ahora tiene 24), condenado a 6 años de cárcel por pagar 79,20 euros con una tarjeta falsa. Comparen con lo anterior y saquen sus propias conclusiones. Sí, es la ley, pero de nuevo es injusta.

No estoy de acuerdo con la política lingüística de la Generalitat Valenciana: el conseller Marzá ha emprendido una cruzada de dimensiones bíblicas en cuanto a la imposición del estudio de la «llengua valenciana» en todo el territorio de la Comunidad. Los habitantes de la Vega Baja alicantina están que fuman en pipa. Y supongo que la misma indignación tendrán en Villena, Elda, Utiel, Requena, y otros muchos lugares en los que el castellano es su lengua natural. No estoy de acuerdo en que a los aspirantes a funcionarios públicos, en todas sus categorías, se les exija el conocimiento de la «llengua» en mayor o menor grado y dependiendo de los niveles a los que se aspira, siguiendo el ejemplo que desde hace años se viene practicando en Cataluña, y que tantas críticas suscitó. Curiosamente se exime del requisito de la lengua a los aspirantes a Sanidad. ¿Por qué?

No estoy de acuerdo con el vicealcalde de Alicante, señor Pavón (Guanyar), que desde el inicio de la legislatura municipal no hace sino entorpecer nuestra vida cotidiana, creando problemas innecesarios; con el pretexto de la defensa del derecho al descanso de los vecinos, que nadie discute, inició su particular «guerra de los veladores» que ha culminado con el desmantelamiento de la terraza de la cafetería anexa al Teatro Principal, para retirar la tarima sobre la que se instalaron los veladores, arguyendo «ocupación de vía pública», ocasionando un trastorno notable al concesionario y molestias a los clientes. No lejos de allí, en el espacio que da acceso al aparcamiento de la Rambla, está instalado otro negocio de hostelería de características similares, tarima incluida; y ahí sigue. Desconozco si ese espacio es público o privado, pero a efectos prácticos ambas instalaciones son similares. En este y otros muchos casos, el vicealcalde y concejal de urbanismo lleva su concepto de la justicia social y del cumplimiento de las normas municipales a extremos exagerados, cuando lo esencial, como por ejemplo la limpieza de la ciudad, está peor que nunca. Las papeleras están a rebosar los fines de semana, los contenedores para pilas han desaparecido de todo el centro (en mi casa guardo una bolsa de pilas con las que no sé qué hacer), la ladera del casco antiguo que da a la plaza San Cristóbal lleva dos años cubierta por una lona blanca que se instaló al aparecer restos arqueológicos cuando se restauró toda la zona; el efecto visto desde la Rambla es deplorable. Y los ciudadanos todavía estamos esperando que nos digan las razones por las que se echó al refugio de animales El Arca de Noé de Villafranqueza, o la discutida instalación del recinto para perros en el Parque Lo Morant, inutilizando la zona para el uso y disfrute de los vecinos; todo ello por obra y gracia de la concejala de Protección Animal, también de Guanyar. Naturalmente hay otras muchas actuaciones municipales con las que sí estoy de acuerdo, pero hay que protestar por las actuaciones inadecuadas o erróneas; las acertadas, se las supone. Los años van pasando y la ciudad sigue igual... de mal. No es eso, señores; no es eso.

La Perla. "Qué fácil es empujar a la gente... pero qué difícil es guiarla" (Rabindranath Tagore).

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