Recientemente, el Parlamento Europeo reclamó que la Unión Europea dotara de un arsenal jurídico para la fabricación de robots. Lo cierto es que están comenzando a aparecer en el mercado prototipos increíbles, cercanos a la inteligencia artificial y capaces de interaccionar con los humanos. Por ello, los eurodiputados piden que se reflexione sobre conceptos como los derechos y deberes de los robots, qué no deberían hacer con ellos los humanos, o la desconexión de emergencia de los androides si amenazan la vida de un ser humano.

Resulta inminente el empleo de inteligencia artificial en drones, robots industriales, de atención médica, en juguetes, o en otros dedicados a la agricultura y ganadería. La resolución sugiere que se cree una agencia europea de robótica y que se elabore «un código de conducta». También plantean la creación de un estatus jurídico específico de «persona electrónica», con derechos y obligaciones.

Los robots han de regularse por códigos éticos y morales. Recordemos que en 2015 un robot de una factoría alemana de Volkswagen mató a un trabajador. Obviamente se trató de un accidente, pero la Fiscalía alemana tuvo problemas para determinar responsabilidades ¿Quién responde del fallo del robot? Este tipo de situaciones pueden producirse, por ejemplo, en los coches inteligentes. Para analizar este hecho se desarrolló el experimento denominado dilema del tranvía, ideado por la filósofa Philippa Foot, y que se plantea del siguiente modo: un tranvía marcha sin control hacia cinco individuos que están atados a la vía, pero el conductor tiene la posibilidad de accionar un botón con el que se cambiaría a otra vía en la que sólo hay una persona atada. ¿Sería moral apretar ese botón? Quizá en algún momento, un coche inteligente deba afrontar esta cuestión ética.

Para abordar tales asuntos, y como prueba de su trascendencia, han surgido ya varias disciplinas:

La robótica cognitiva es la rama de la robótica que se ocupa de proporcionar al robot de un comportamiento inteligente dotándole de una arquitectura de procesamiento que le permite aprender y razonar, y se inspira fundamentalmente en la psicología y la investigación de la neurociencia, abordando temas como la motivación, el razonamiento automático, la planificación y el aprendizaje.

Por su parte, la Psicología Artificial, es el estudio de la interacción de seres humanos con seres artificiales y ambientes simulados o realidad virtual. Se trata de un campo poco desarrollado dentro de la Psicología pese a haber obtenido resultados realmente esperanzadores con su uso.

No se trata de ciencia ficción, ni de un futuro lejano, sino de un presente real y sorprendente.