...    
Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Buen gusto

Se nos fue Al Jarreau, el autor de la inolvidable Moonlighting, nuestra Luz de luna, cuya sintonía nos remite a tantas tardes-noches de domingo. El primer día laborable después del óbito, el lunes 13 de febrero, ya estaba ahí Carlos Galilea, ¿quién si no?, recordando al cantante con algunos de sus mejores temas. Derrochando excelencia. Logrando, treinta años después de su primera emisión, que Cuando los elefantes sueñan con la música continúe siendo paradigma del buen gusto. De la radio de la excelencia.

A menudo, dado que desde hace años es posible, me atrevo a reproducir alguno de sus podcast en situaciones non gratas (un tren de cercanías en hora punta, una larga espera esperando turno en Hacienda) o sencillamente en estampas empapadas de feísmo (léase determinados programas televisivos de garrafón dignos de ser vistos con el volumen a 0), y es entonces cuando, por contraste, el territorio de Carlos Galilea se asemeja a ese paraíso perdido, a ese chute de armonía y sensibilidad del que erróneamente creemos que podemos prescindir.

Pero sobrevivir sin apoyarnos en el lado bello de la vida es kamikaze. Sin apartarme del lunes de marras, ¿qué hubiera sido de mí sin mi ración de «elefantes»; sin mi viñeta de Eneko (cómo hacer editoriales sin mediar ni un diálogo); sin las complicidades que protagonizaron por la noche Andreu Buenafuente y Juan Carlos Ortega celebrando el Día Mundial de la Radio; o sin haber recuperado en la Cinemateca de la CAM Lilting, la ópera prima de Hong Khaou, que al no ser doblada porque en el respeto a sus diálogos en sus lenguas originales estaba su esencia ni siquiera pudo llegar a las salas comerciales? Sin duda que sin todo ello mi vida sería más triste y más pobre, como lo es en ausencia de Pérez de Arteaga. De ahí que debamos rebañar a tope los resquicios de buen gusto de que todavía disponemos.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats