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Isabel Vicente

Cargos de paso

Si de algo sabemos en esta profesión es de las vueltas que da la vida. Te encuentras a gente que, cuando no es nadie, mendiga sus cinco minutos de gloria en los medios de comunicación y, una vez arriba, si te descuidas ni te saluda. De pronto se rodean de una corte de aduladores, pasan de la chaqueta de Zara a los trajes a medida y cuando antes te buscaban para que les sacaras en el periódico, ya no se te ponen al teléfono si no les gusta lo que han publicado de ellos ese día.

No existe periodista al que no haya dejado de hablarle algún concejal, alcalde, ministro o conseller. Te consideran justo y objetivo cuando están en la oposición pero, cuando llegan al poder y criticas su gestión, te tachan de parcial, eso si no te acusan de traidor o mercenario. Los ataques del otro día del entrenador Luis Enrique contra un periodista tras el batacazo del Barça en la Copa de Europa no son un hecho aislado aunque la mayoría de los interlocutores esperan a insultarte cuando no haya micros ni cámaras delante. Con el tiempo, pasas de los exabruptos, los desplantes y los ninguneos porque, al fin y al cabo, sabes que están de paso y ya has visto a algún que otro alto cargo de los de «usted no sabe con quién está hablando» deshacerse en azúcar cuando deja el puesto para ofrecerse a ser entrevistado en su intento de seguir en el candelero.

Viene todo esto a cuento de la situación en que se encuentra la en otro tiempo todopoderosa Milagrosa Martínez. Exalcaldesa de Novelda, exconsejera de Turismo, expresidenta de las Cortes Valencianas... ahora, en momentos bajos, se ha quedado sola, hecha polvo según su familia y sin dinero ni para pagar los 15.000 euros que le han puesto de fianza para no ingresar en la cárcel por prevaricación, malversación y cohecho en el caso Gürtel. El suyo es un caso atípico porque evidentemente la mayoría de altos cargos no acaban condenados, pero es un ejemplo claro de la temporalidad de los oropeles. No es raro que tantos altos cargos entren en una depresión cuando el chófer deja de esperar en la puerta de su casa. Por eso sería bueno que los que ahora van sobrados y se consideran por encima del bien y del mal no olviden que más pronto que tarde tendrán que volver a pasear por la calle y saludar a sus vecinos.

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