Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

David Trujillo, apariencias y presencias

Todos nos hemos quedado obnubilados frente a una pared con humedades y desconchados, frente al fuego, incluso, ante las manchas de un suelo irregular, descubriendo formas, imaginando mundos que se creaban o desvanecían, figuraciones o simples sensaciones que objetivamos. La mente compone, reconstruye, busca la representación, desde la antigüedad, y el arte recoge esta capacidad de crear un lenguaje con imágenes más o menos ficticias, inventadas, apoyándose en argumentos de todo tipo que reflejan la necesidad de medidas matemáticas, de explicaciones científicas, o simplemente la intuición de algo que nos sobrepasa.

La exposición que nos plantea David Trujillo nos habla de esos mundos que sin duda están somos, de eso se trata.as preguntas clave de , quierdad aparente, pero que nos conforta, que nos damortivos para ista y desde n ahí pero que nos resultan incompresibles desde la razón. Imágenes, presencias, ruidos, cuya procedencia desconocemos, y que vulgarmente se ha identificado con esa creencia en lo maravilloso, milagroso. ¿Realmente forman parte de nuestra visión de la realidad? ¿Y la realidad forma parte del hecho artístico? Esta segunda pregunta es clave, pues estamos en el ámbito artístico. David Trujillo especula sobre estos hechos y los convierte en materia para el pensamiento, para su análisis, incluyéndolos en soportes sofisticados, con una exquisita puesta en escena con pantallas de plasma, marcos, cristales, impolutos.

Desde cierta perspectiva, podemos decir que todo el arte es mentira, en cuanto que no es verificable como premisa científica, como subjetivo es el tratamiento que el ser humano hace de la realidad. En la mayoría de los casos, el arte falsea la realidad, la convierte en convenciones, reglas y códigos sociales, políticos, artísticos. Por qué debemos creer en lo que vemos, cuando todos sabemos que el arte solo transfiere la realidad desde planteamientos personales. Observamos y transfiguramos, incluso mediante la crítica, para crear mitos, construcciones ideológicas que expliquen una manera de ser. El arte, la filosofía, en realidad, no son más que un sucesivo cuestionar, y las respuestas solo nos salvan un corto espacio de tiempo, siempre vuelve la pregunta y, así, hasta el infinito. Quizá sea esta nuestra verdadera realidad, la duda que mantiene nuestra actividad mental, espiritual, física para encontrar nuestra verdad.

David Trujillo en la Casa Bardín nos introduce en un debate sobre las imágenes del arte, su verdad o mentira, su transmisión a través de las nuevas tecnologías, como el vídeo, o sobre materiales tradicionales, como la piedra, el papel, pero presentados en una instalación del siglo XXI, lo que confiere cierta intención únicamente artística, de creación de un lenguaje, independientemente de su verdad como realidad.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats