Si el que fuera alcalde de Alicante, Manuel Gómiz Orts, entre 1890 y 1893, se acercara hoy a la playa del Postiguet se quedaría perplejo al contemplar cómo una parte del paseo que se proyectó bajo su mandato (hoy prolongado hasta el volado del Puerto) se ha llenado de restos de algas y posidonia sin que nadie se haya dignado a retirarlas. No sabemos si la orden llega de la Concejalía de Medio Ambiente o si se debe a un exceso de celo de las brigadas de la limpieza por cumplir las directrices ambientales (las algas no se tocan en invierno) pero la imagen que daba ayer la playa del Postiguet con alicantinos y turistas paseando por un paseo de cemento a 21 grados, que para eso estamos en las puertas de la primavera, era deplorable. Aquí no vale la excusa de que las algas ayudan a frenar la regresión de la playa. Señores concejales, hablamos de porquería pura y dura en un paseo al borde del mar. A este paso, esperemos que los temporales del invierno se calmen porque dada la indolencia municipal, cualquier día nos encontraremos con la Explanada llena de algas y a nadie le sorprenderá. Alicante debe ser una ciudad turística durante los 365 días del año. Sentido común, por favor.
