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Historias y éxitos de una tauromaquia viva

La resaca del anuncio de los carteles de la próxima Feria de Fallas en Valencia y los irregulares resultados del ciclo taurino de Valdemorillo se han llevado los ecos de esta última semana en nuestro ruedo ibérico. La capital del Turia está sufriendo el «efecto Casas», que viene a ser algo así como pasar de ser el hijo predilecto al segundón de la familia. Desde que el grupo empresarial encabezado por el francés fuera designado oficialmente como nuevo gerente de la plaza de Las Ventas, parece que todo lo demás le ha quedado al productor galo en segundo plano. En Alicante ya lo sufrimos hace años, precisamente cuando el coso de la calle Xàtiva se cruzó en el camino de Simón. Alicante fue la apuesta para conseguir Valencia, y Valencia se aupó como estandarte para llegar a Madrid. Aunque dejando muertos por el camino, el objetivo fue conseguido. Después las cosas volverán a su cauce, así que no deben de sufrir los aficionados de L'Horta. Que ya lo dice el refrán: no hay mal que cien años dure.

Valdemorillo se nos pasó en un suspiro con pocas notas a destacar: la nueva buena imagen de «El Cid»; una notable faena de Luis Antonio Gaspar, Paulita, ante un buen toro de Monte La Ermita, que lidió un destacado encierro; la disposición de Martín Escudero en una corrida áspera de López Gibaja; y la puerta grande de Andy Younes con la noble novillada de Gómez de Morales.

Y mientras la nueva temporada española va tomando cuerpo, desde allende el Atlántico nos llegan triunfos notables. El Juli y Morante de la Puebla desorejaron a dos astados de Teófilo Gómez en la corrida del Aniversario que servía de presentación en la Plaza México para el nuevo torero azteca Luis David Adame. Sin llegar a ser dos faenas pletóricas, ambos diestros dejaron su huella personal en el ruedo de Insurgentes y participaron de la gran fiesta que supuso volver a ver a más de 30.000 almas emocionándose con lo que sucedía en la arena. Seguramente el camino de la vuelta a la normalidad en la tauromaquia mexicana se esté trazando, después de muchas temporadas de verdadero hastío que despoblaron los tendidos del coso con mayor aforo del mundo.

Y en Colombia volvió a obrarse el milagro de la bravura. Además del trofeo conseguido por el aguerrido murciano Rafaelillo, el extremeño José Garrido participó de manera sobresaliente en el indulto de Tocayito, bravo astado con el hierro más antiguo de Colombia: Mondoñedo. El hecho supone un alto grado de simbolismo, ya que la divisa creada por Ignacio Sanz de Santamaría en 1923 recoge multitud de singularidades. El nombre del hierro, por ejemplo, es un homenaje al pueblo gallego donde nació la esposa del fundador, quien a su vez fue el impulsor en la construcción del recién recuperado coso de Bogotá, conocido con el pasar de los años por el apellido de su ideólogo: la Santa María de Bogotá. En aquellos comienzos apostó don Ignacio por cruzar sementales de Santa Coloma (en la línea Murube de Ibarra) y de Veragua con las vacas criollas que tentó a capote y seleccionó aquel genio sevillano que se llamó Rafael El Gallo, asiduo de la finca La Holanda. Desechado el ganado veragüeño, se reforzó la sangre santacolomeña con sementales mexicanos en diversas ocasiones. Un bache sufrido en los años sesenta llevó a Fermín, nieto del fundador, a buscar nueva sangre brava. La encontró en la ganadería de los Hermanos Peralta, que pastaba en tierras sevillanas. El origen «contreras» (denostado por figuras y empresas en España), cercano al ibarreño, llegó en 1979 y, a partir de entonces, los éxitos volvieron al legendario hierro colombiano, hasta este último de Tocayito. A pesar de que en la actualidad se lidia mayoritariamente la descendencia de esta última línea, Mondoñedo sigue contando con una punta de vacas descendientes de los primeros cruces criollos con sangre santacoloma. Un auténtico tesoro genético, hoy en manos de Gonzalo Sanz de Santamaría. Y es que la historia de la tauromaquia guarda secretos y auténticas leyendas que la convierten en un acervo génico, cultural y ecológico de valor incalculable.

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