Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Más de lo mismo

Otro año de la gran fiesta del cine español. Otro año en el que se repitió el esquema habitual. Otro año en que casi la mitad del tiempo de duración de la gala de entrega de los Premios Goya se consumió en larguísimos agradecimientos, por mucho que la organización recomiende brevedad, en los que ya se citan hasta a las abuelas de los premiados. Por mucho que se empeñen en evitarlo los distintos directores de las ya treinta y una galas celebradas, el mimetismo con los Oscar se repite año tras año; lástima que el cine americano convierta la celebración en un gran espectáculo y en España, por mucho que se intente imitar, no se consigue ni por asomo. Pienso que lo mejor de estos años ha sido la figura del presentador, y en el recuerdo las inolvidables creaciones de Rosa María Sardá (auténtica show woman) y Andreu Buenafuente; el simpático y natural Dani Rovira sale airoso del trance por tercer año consecutivo, pero su recuerdo perduraría más de haberse limitado a presentar solo una gala, la primera que se le encomendó. Pero tiene mucho mérito que haya aguantado el tipo durante tres años consecutivos. Este año la gala resultó excesivamente complaciente, y sólo «mi» Ana Belén, Premio de Honor por toda su carrera, recibida en pie por sus compañeros con una larguísima ovación, se mostró algo crítica con nuestros gobernantes, tan ajenos al cine y a la cultura en general. Desconozco la fórmula para conseguir que la celebración cambie el formato y no se convierta cada año en más de lo mismo, pero si se quiere mantener el interés del espectador (la televisión es la gran protagonista de la gala) hay que intentarlo. La ceremonia realmente consigue lo esencial, que las películas premiadas tengan una segunda vuelta, una repesca para ser vistas por quienes las perdieron en su estreno; pero si se quiere mantener el número de espectadores televisivos, que a la postre serán los que visiten los cines, se debe luchar, año tras año, por encontrar «el tempo» televisivo. Y cuando uno ve los Goya unos minutos después de terminar la representación de La brujas de Salem en el teatro Valle Inclán de Madrid, el show de alfombra roja y modelitos de grandes firmas resulta absolutamente intrascendente. El gran clásico de Arthur Miller que se estrenó en el año 1950 mantiene hoy toda su fuerza y valor crítico, su dramatismo y su rabiosa actualidad, en un montaje tradicional pero muy efectivo, con una magnífica interpretación colectiva de un buen elenco capitaneado por un actor de la talla de Lluís Homar, realmente impactante. El mismo actor que una hora más tarde participaría en la fiesta de los Goya entregando uno de los premios. Y también me resultó chocante ver sentada en la primera fila a Bárbara Lennie, aspirante al premio a la mejor actriz protagonista, tras haberla tenido frente a mí la noche anterior en ese descarnado ajuste de cuentas que es la obra La clausura del amor, cara a cara con Israel Elejalde, su compañero en el escenario y en la vida real. Al aficionado teatral le recomiendo visitar el Teatro Pavón en sus visitas a la capital, sea lo que fuere lo que se represente; en sólo un año la compañía Kamikaze, residente del local, ha conseguido el lleno absoluto en todas las funciones que se presentan en repertorio. Y mi banquete teatral terminó con una extraña (por lo inusual) obra de Juan Mayorga, El cartógrafo, que cuenta con la estimulante interpretación de Blanca Portillo (qué actriz!) y José Luis García Pérez, como siempre magnífico. Me temo que ninguna de las obras citadas se verán en Alicante. Las brujas de Salem es del Centro Dramático Nacional, que sigue sin asignar presupuesto para giras; las otras dos por los compromisos de sus protagonistas ya convertidos en estrellas «multiempleadas». Los de provincias deberemos seguir conformándonos con las compañías, curiosamente casi todas privadas, que se arriesgan a pasear sus espectáculos; las producciones de los teatros nacionales, pagadas por todos, paradójicamente, siguen sin visitarnos. También en el teatro, más de lo mismo.

La Perla. "Montaje es una cosa que yo hago muchas veces en mi vida y que ahora me lo han hecho a mí" (Lola Flores, en relación a sus problemas con Hacienda, al entregar el Premio al Mejor Montaje en 1988).

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats