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Francisco Esquivel

Curtidos en indecencias

Los Episodios Nacionales componen el fresco de un siglo ensartado por multitud de acontecimientos. Si Pérez Galdós se hubiera puesto hoy en día a la faena, la verdad es que por frescos no iba a ser. Y dado que arrancó con la cosa napoleónica podría incluso hacer una incursión por la Quinta República y escrutar al candidato Fillon y sus circunstancias. Es posible que don Benito no se sorprendiera pero, a los que no gozamos de su capacidad de introspección, nos cuesta ver que se repitan patrones de comportamiento de quienes se presentan para trazarlos y que alguien que se ha erigido en estandarte de la decencia pueda haber inyectado bicocas a su alrededor hasta producir sonrojo en Pierre de Coubertin por mucho que lleve bajo tierra. Que en España se haya reproducido un porrón de historias de similar pelaje está en los genes pícaros que nuestros autores vienen retratando desde el papiro. Pero, coño ¿y la grandeur?Para justificar la derogación de la DACA, el presidente estadounidense argumenta que la iniciativa propuesta por Obama favorece la inmigración ilegal. A la vista de los criterios que deben reunir los solicitantes, no hay posibilidad alguna de un efecto llamada. Pero Trump no encuentra mejor justificación para sus propósitos y se ve obligado a recurrir al ataque reiterativo contra la población extranjera. En su línea, afirma que los hogares de inmigrantes -legales o no- consumen más recursos públicos y que éstos compiten con los nacionales en el acceso al mercado laboral? ¡en un país con una tasa de paro del 4.8%! Una vez más, el principio de orquestación -una mentira, repetida mil veces, acaba convirtiéndose en verdad- se impone en el discurso político.

El asunto de los «dreamers» empieza a preocupar a los propios republicanos. Se les considera como los inmigrantes más populares y apreciados en Estados Unidos. Su deportación produciría una respuesta social masiva, incomparable con la que ya ha sucedido en distintos aeropuertos norteamericanos. Una situación que empeoraría, aún más, el malestar social que ha ido creciendo desde que Trump tomara posesión de su cargo. Apenas transcurridas dos semanas, la movilización en las calles y la oposición de la Justicia, revocando algunas decisiones presidenciales, empiezan a ser obstáculos de difícil gestión para el nuevo gobierno.

Paul Krugman recordaba recientemente que se requieren soluciones reales, aportadas por gente sensata. El problema es que Trump no lo es. Y apenas está empezando.

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