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Joaquín Rábago

Catalonia first

No sé si se les habrá ocurrido a los sembradores de la rebeldía independentista catalana recurrir a alguien que podría al fin comprender sus viejas cuitas.

Si en la capital de la obsoleta Europa no parecen hacerles demasiado caso en vista de algún mal precedente balcánico, seguro que en la capital del mundo libre habría alguien dispuesto a escucharles.

No por supuesto el propio Donald Trump, que tiene entuertos mucho más importantes que deshacer, pero sí al menos alguno de sus subordinados.

Sobre todo si se dirigen a él inglés, ese nuevo latín de los negocios que tanto gusta también, por cierto, a nuestros neoliberales centralistas.

Seguro que a orillas del Potomac, donde tanto saben últimamente también de agravios, entienden mejor que aquí su interminable rosario de agravios y humillaciones.

No duden de que atenderían allí sus quejas pues no hay nada que parezca gustar tanto a la nueva administración estadounidense como la idea de una Europa que progresivamente se desmiembra.

A lo mejor, siguiendo el ejemplo británico, podría una futura Cataluña independiente entrar incluso en una "relación especial" con el país más poderoso del planeta.

Y ¿con qué derecho habrían de quejarse, si tal cosa finalmente ocurriera, nuestros obtusos centralistas?

¿No han hecho también ellos todo lo posible- e incluso lo imposible- por alimentar con su torpe cerrazón eso que todos los días nos aseguran que no va nunca a suceder?

Si no, al tiempo.

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