El sexto sentido, es la película con la que el director estadounidense de origen indio M. Night Shyamalan obtiene un general reconocimiento, al ser un filme hipnótico e intrigante, que cuenta con unas magníficas interpretaciones de Bruce Willis, y de un joven Haley Joel Osment, y con un final inesperado y sorprendente, en una historia inquietante que reserva interesantes incógnitas.

Y con aquel recuerdo, veo el tráiler de la que será el próximo estreno de Shyamalan, que es un thriller psicológico, de secuestros y desapariciones titulado Múltiple, y en el cual ese gran actor británico llamado James McAvoy, parece que interpreta con solvencia y brillantez, a un enfermo mental con un trastorno de personalidad múltiple, que rapta a tres adolescentes, cuyas vidas dependen de ese peculiar secuestrador con cambiantes personalidades, y que parece una de esas películas de suspense e intriga, en las que se pasa miedo de verdad.

Lo que me lleva a preguntarme la razón por la que gustan tanto las películas de terror, en relación con lo cual pienso que siempre que se sienta pánico en situaciones que realmente no tienen peligro, las reacciones fisiológicas que produce en algunas personas pueden ser estimulantes, y que si nuestra mente interpreta el miedo que podamos experimentar como una situación controlada, puede ser hasta placentero, como quizá, y también para algunos, lo es una vertiginosa y rápida montaña rusa o un baño solitario y nocturno en alta mar.

Y me parece que no es para ciertos individuos la falta de empatía lo que lleva a la pasión por este tipo de películas, sino más bien lo contrario, al identificarse el espectador con protagonistas acosados y aterrorizados por una sucesión de desgracias, o por inminentes amenazas, y emocionarse con las expectativas de un desenlace favorable y feliz, que acabe tranquilamente por relajarlos.

Pero puestos a afrontar los miedos, y con la premisa de que, en muchas ocasiones nos ayuda a evitar situaciones peligrosas, la mejor forma de vencer aquellos que son innecesarios, y nos hacen sentir mal, es afrontándolos con determinación y confianza, para evitar que nos impidan realizar sueños e ilusiones, con el convencimiento de que somos nosotros quienes podemos manejarlos, planteándonos qué es lo peor que nos podría pasar si hiciéramos las cosas que nos dan miedo, y centrándonos en el ahora, pues casi todos los temores están proyectados al futuro.

Y suena el teléfono, y es una colega, que me propone ir a ver esa película de Shyamalan de la que tanto se habla, y cuyo sugerente título es Múltiple, y sonrío y hablamos y le digo que vaya, querida amiga, me encanta que a ti también te gusten las películas de miedo. Y nos despedimos y entonces, claro, cuelgo el teléfono y vuelvo a sonreír.