Me pasa muy a menudo y más cuando leo cosas que parecen sacadas de un cuento de los Hermanos Grimm, aquellos que, entre otros, escribieron «Hansel y Gretel», «La Cenicienta» o «Caperucita Roja». ¡«Pasmao» no, lo siguiente!. ¡No daba crédito, o sí; yo que sé!. Me quedé «to» muerto, aunque no sé si fue para bien o para mal -todavía no lo tengo claro-, cuando el otro día me eché el periódico a la cara y tuve el arrojo suficiente para leer -sin anestesia- una de las noticias que, a modo de reportaje, publicaba. Según parece, mi cara era un poema -y no precisamente uno de Miguel Hernández- o por lo menos eso me dijeron quienes estaban conmigo, entre ellos Qi, mi chino preferido -yerno de Mei-, Víctor o Jorge. Me quedé como el «emoticono» de los ojos como platos del «wasap». Resulta que las «niñas» juegan a las «casitas» o a los «papás y las mamás» (sin hacer cochinadas, que vaya por delante), por lo menos es lo que pasaba en mi infancia, pero un concejal de mi pueblo -el hombre no es de donde nace, sino de donde pace (nací en Cox y vivo en Orihuela)- jugaba con muñecos de Playmobil, que es algo normal. Lo que no es muy normal, es que, siendo un «renacuajo», como era, el crio jugase a la política con esos muñecos, que son más inexpresivos que un mandril mirando las ranas de la fuente de la Plaza Nueva. Si por lo menos hubiera jugado con ese yupi súper/mega guay y guapo que es Kent, el novio de Barbie, tendría un pase, pero mira que iniciarse en la cosa pública con los sosainas de Playmobil. Eso imprime carácter -mucho- y luego pasa lo que pasa; que salen presuntos «salvapatrias» populistas y chorizos como Chaves -el andaluz, no el bolivariano-, Griñán, Bárcenas, el Bigotes, Pablito Iglesias, Monedero, Echenique, Ada Colau o Manuela Carmena, por citar algunos. Yo pensaba que lo de este chico venía por una pedrada en la cabeza, pero no, ¡es por jugar con estos muñecos «desaboríos» que tienen la gracia en el mismo sitio donde las abejas tienen el aguijón!. ¡Jamás lo hubiera pensado; jamás, lo juro por Snoopy. ¡Hay a quien le da por «chupar candaos» o por «doblar esquinas», pero al «colega» le dio por jugar a la política con los Playmobil!. ¡Cosas veredes, amigo Sancho!, que diría Don Quijote. ¿Cantaría el villancico de las «muñecas de Famosa se dirigen al portal»?. ¡No sé, no sé; ya me lo creo todo!.

De todas formas, cada uno juega como quiere o con lo que le dejan y no seré yo quien le ponga puertas al campo en ese sentido, aunque reconozco, ¡eso si!, que cuando leo como está el cotarro y veo los movimientos que hace el personal para asegurarse una plaza en el banco de los que mandan -a la derecha de Dios Padre- se me ponen los pelos como escarpias, ya que, en este juego, parece que lo que más priman son los intereses particulares -los de quienes nos desgobiernan- y no los generales -los de los ciudadanos, que son los que hablan, por medio de la mayor encuesta que se hace en unas elecciones, en las urnas. Es lo del despotismo ilustrado, «gobernar para el pueblo, pero sin el pueblo», porque, al fin y al cabo, se interpreta que ese pueblo «me ha facultao/habilitao», con sus votos, para hacer lo que «me salga» de los «webs» y, por lo tanto, se es como los antiguos señores feudales que mantienen su derecho de pernada y a los que hay que pagar el impuesto revolucionario. ¡Ah, se siente, no haberme «votao»; ahora os jodéis y me aguantáis!. ¡Haber «pedío» muerte, no susto!.

Y es aquí cuando me viene a la cabeza esa serie televisiva de tanto éxito, «Juego de Tronos». ¡Sí, aquí no importa quién, sino quién no!. Aquí prima el «quítate tú, que me pongo yo», sin importar si se está preparado o si se tiene claro lo que hay que hacer para superar los contratiempos/problemas que se tienen y para los que los ciudadanos exigen soluciones, ya que, al fin y al cabo, son ellos -los ciudadanos- quienes pagan a quienes les deberían gobernar, que, sin embargo, actúan con una tremenda frialdad y sin ningún tipo de rubor cuando se intercambian cromos sin importarles más allá que sus propios intereses, que, repito, no son los de todos. ¡De lo que se trata es de salir guapo en la foto y punto!.

La número dos del PPCV, Eva Ortiz, dejó entrever, después del relevo en la Alcaldía de Almoradí, que pasa a manos de los «azulones» -por una moción de censura planteada por PP y C's-, que en Torrevieja puede pasar lo mismo, aunque -según una de mis gargantas profundas- todo dependerá de quien «gestiona» los intereses «vegabajeros» de la formación naranja y que no es J.I López-Bas. Y ahí está el cambio de cromos, «yo te he dado Almoradí, tú me das Torrevieja», con todo el pesar de Eduardo Dolón, que, en la misma legislatura, vería pasar otra vez el tren sin poder subirse ni a la estribera. ¡Unos juegan con Playmobil y otros cambian cromos; mientras, la gente pinta menos que un concejal de Cuenca en Madrid; o sea nada!.