La semana pasada en un instituto de Villena un estudiante, al parecer brillante, entraba en el aula y atacaba a cinco compañeros con un cuchillo. Al parecer, el alumno en cuestión, de 17 años, estaba siendo objeto de acoso escolar, recibiendo burlas continuas. Este suceso me sugiere un somero análisis, desde la mirada de una mediadora, de la situación actual en los centros escolares, reflejo de lo que ocurre fuera de las aulas.

Se nos llena la boca de protocolos de planes educativos «maravillosos» y nuestros niños, nuestros jóvenes sufren... porque los problemas solo se afrontan cuando surgen las lamentaciones por el suicidio de un menor, que porque ya no aguanta más, o un niño explota y reacciona como en el instituto de Villena atacando a sus compañeros.

Deberíamos dejar de mirar para otro lado, simplificando los hechos o decir que es cosa de niños, para afrontar una realidad. Si un solo niño, un solo joven, se siente mal no me importa si en el comportamiento de los demás había intencionalidad. Los sentimientos de cada niño y cada joven deben ser atendidos. Eduquemos en valores a toda la comunidad educativa. Demos voz a quien no la tiene.

Como abogada en ejercicio y mediadora, o mejor como gestora de conflictos, que es como yo me defino, he llegado a la conclusión que el tan deseado cambio de paradigma de la cultura de la confrontación a la cultura de la paz, aunque suene utópico, es posible si empezamos a educar en la comunicación no violenta, a enseñarles a nuestros hijos formas de prevenir los conflictos e implementamos servicios de mediación dentro de los centros educativos.

Nuestros niños son un reflejo de lo que ven en la sociedad, por lo que en los centros escolares también se produce violencia de género y bullying o acoso entre iguales, situaciones muchas veces facilitadas o agravadas por el uso de las redes sociales.

Tenemos en la actualidad un contexto de jóvenes donde no se responsabilizan de sus actos y donde los padres establecemos normas de conducta muy laxas. La aplicación dentro del entorno escolar de respuestas disciplinarias no es la solución porque no lleva inserta una pauta educativa y de asunción de responsabilidades.

La convención de Derechos del niño establece que siempre que sea apropiado debe intentarse no recurrir al sistema judicial, sin olvidar que ya nuestra Ley del Menor contempla el recurso a la mediación en determinados supuestos.

Lo que se pretende con la mediación y el uso de métodos alternos de resolución de conflictos es responsabilizar a los menores de sus acciones y sus consecuencias y que el menor pueda reflexionar sobre sus propios actos.

Lo esencial en el acoso escolar es educar para prevenir, debiendo dejar la sanción o el castigo para casos puntuales. Hay que formar ciudadanos y dotarlos de herramientas.

Otra herramienta que ha demostrado su eficacia, son las prácticas restaurativas, que introducidas en cualquier organización, ya sea un colegio, una comunidad de vecinos o una empresa, son fundamentales para lograr una buena convivencia e instaurar la cultura de la paz en la sociedad

Las prácticas restaurativas implican por un lado un cambio en el lenguaje y por otro lado se crea comunidad, se restablecen relaciones y se repara el daño.

Tras más de 20 años de experiencia en los juzgados de menores no creo que las sanciones restauren a las víctimas, y sí creo que es posible el uso de las practicas restaurativas en los casos de acoso, en función de la gravedad de la situación y dirigidos por un facilitador externo. No debemos olvidar que el tema del acoso es un tema que afecta a la comunidad educativa por entero y no solo a víctima y victimario y hay que restablecer la situación respecto a todos los integrantes de la comunidad. Sé que lo anterior tiene detractores, muchos por desconocimiento de dicha herramienta.

Las practicas restaurativas, en su vertiente mas formal, deben ser dirigidas por un facilitador, un profesional formado en estas técnicas, preferentemente en mi opinión externo al centro escolar, dado que tienen un orden y una preparación previa según lo que se pretenda conseguir. Muchas veces lo único que se pretende es mejorar la convivencia, evitar preventivamente los conflictos, y dar voz a quienes normalmente no se manifiestan.

Las practicas restaurativas nos permiten desarrollar el sentimiento de comunidad ayudando a gestionar los conflictos y reparar los daños causados, tanto con un enfoque proactivo, previniendo, como reactivo, reparando.

Si implementamos en nuestras escuelas las practicas restaurativas, mediante la formación de toda la comunidad educativa (profesorado, directivos, personal de administración , padres y alumnos) para el uso de las mismas en el día a día, estaremos educando en valores , dando voz a los que de normal no son capaces de expresarse, y construyendo una comunidad sana.

La implementación de proyectos de mediación y de practicas restaurativas es importante. Será, en palabras de Mari Luz Sánchez García-Arista, «una mediación contextualizada, adaptada al plan de convivencia y las consecuencias de un implementación son la mejora de las relaciones y la mejora del clima de convivencia. Todo lo anterior permitiría lograr una educación en gestión de conflictos, educación emocional y en habilidades sociales y comunicación eficaz».

Tenemos que empezar a responsabilizarnos todos los operadores de la educación: padres, educadores, dirección del centro escolar y la Administración pública junto con nuestros hijos.

El echar balones fuera y responsabilizar solo a uno de los operadores implica que no se solucione el problema y que solo nos lamentemos cuando los hechos ocurren. Yo tengo mi parte de responsabilidad y la quiero asumir.