Todos los meses de enero me acuerdo de nuestro amigo y compañero Balbino Mancheño, y si no me acordara, la profesora Nuria Grané siempre me lo recordaría, tal vez porque ella está segura, como yo, de que nadie muere del todo mientras se le recuerda. También en los meses de enero se me ocurre, en su memoria, hacer alguna reflexión sobre temas científicos o universitarios tan del agrado de nuestro amigo.

El año pasado, el tema vino solo, con el inicio de la noticia de que el profesor Francis Mojica estaría nominado para el premio Nobel por su descubrimiento Crispr. No sabíamos entonces la de satisfacciones que nos iba a proporcionar nuestro compañero a lo largo del año con numerosos y prestigiosos reconocimientos. Y este enero también se ha producido otra feliz circunstancia, que es el nombramiento como doctora honoris causa por la Universidad de Alicante de la científica alicantina María Blasco. Al repasar los nombramientos de doctores honoris causa de la UA en sus 37 años de existencia, hemos contabilizado 91 doctores varones, frente a 11 doctoras honoris causa, incluida la Doctora Blasco. Esta proporción es incluso superior a la media de otras universidades españolas y extranjeras, lo que da cuenta de la invisibilidad de las mujeres científicas y su escasa presencia en los premios académicos y científicos. Pero cuando además nos adentramos en los descubrimientos y en los curriculum vitae de muchas de estas científicas, lo que más entristece, además lógicamente de la injusticia que eso supone, es pensar cuántos talentos habremos perdido por la desigualdad y el retraso en el acceso de la mujer en todo el mundo a la educación y a posiciones de liderazgo en grupos de investigación y en política científica.

Por poner sólo el ejemplo de nuestra doctoranda, la línea de investigación de la Doctora Blasco tiene relación directa con el envejecimiento y la enfermedad, en concreto, con el cáncer y otras enfermedades asociadas al envejecimiento: las enfermedades cardiovasculares, el Alzheimer, la diabetes o el Parkinson. Es decir, enfermamos porque envejecemos, y si envejeciéramos más tarde, también retrasaríamos la aparición de muchas enfermedades.

En realidad, todas estas enfermedades son simplemente la consecuencia de una causa molecular, una causa biológica que es el proceso de envejecimiento celular. O, dicho en otros términos, conforme van pasando los años nuestras células van perdiendo su estado de forma, van envejeciendo, y eso es lo que causa la enfermedad. Ese es precisamente el campo de investigación de la Doctora Blasco. Es por eso que la manera que tenemos ahora de ver enfermedades como el cáncer y las cardiovasculares se debe a que tienen un origen similar, que es este proceso de envejecimiento celular. Y hay una ciencia en la frontera del conocimiento, en la que se integra nuestra doctoranda, que ha empezado a desvelar cuáles son estas causas moleculares y, por primera vez también desde hace unos pocos años, ha demostrado que alterar solo una de estas causas retrasaría todas esas enfermedades.

Pero lo importante además es que un descubrimiento, va tejiendo una red de muchos otros, que necesitan a su vez de diferentes campos del conocimiento: si nos enfrentamos a una esperanza de vida de 140 años o más con manipulación genética, ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué modelo económico tendremos que implantar? ¿Qué innovaciones jurídicas deberá contemplar nuestra Constitución? ¿Qué ciencias de la salud hay que preparar para los tratamientos cada vez más personalizados? ¿Qué equilibrio ecológico se mantendrá con una población centenaria? y en la Universidad, ¿cómo nos prepararemos? ¿Cuántos grados podrá estudiar una persona a lo largo de su vida? ¿Cuántas veces cambiará de profesión? ¿Qué conocimientos podremos dar en cuatro años que valgan para toda la vida? ¿Tendremos que enseñar solo a aprender? No sé? Solo sé que no lo sé, la gran pregunta científica?

Es emocionante pensar, que la vocación de María Blasco por la biología molecular se inició en los años 80 con una charla de un joven profesor de la Universidad de Alicante en el IES de Sant Vicent del Raspeig dónde estudió María, y que ese profesor ha resultado ser el profesor Francisco Rodriguez Valera, maestro y director de la tesis de Francis Mojica.

Esa anécdota nos refuerza la idea de que necesitamos hablar de Ciencia, de lo importante que es explicar en qué trabajan nuestros científicos, ellos y ellas, sin excepción, para captar a nuevos talentos entre los jóvenes. Y por eso son importantes los premios y los reconocimientos, para demostrar que la sociedad y las instituciones está orgullosos de ellos y los necesitan, y que queremos mostrarlos como referentes de lo más valioso de nuestra sociedad.

Si como dice la Doctora Blasco estamos todavía en la prehistoria del conocimiento, la ciencia , que es universal, no puede prescindir de nadie con talento ya sea por razón de género o de falta de recursos.

La desigualdad es un despilfarro.