esde el inicio de la legislatura municipal se han trufado las noticias sobre las desavenencias en el seno del gobierno formado por PSOE, Guanyar y Compromís de la ciudad de Alicante. Estas últimas semanas los desencuentros han ido a más y han ocupado mayor espacio, si cabe, en los medios de comunicación locales, incluyendo descalificaciones, que no consiguen más que nutrir el vacío discurso de la oposición.

La ciudad de Alicante no se puede permitir esta tensión de gobierno y que sea éste el destinatario de todas las críticas, cuando la ciudad está inmersa en una profunda crisis institucional. Es el gobierno local el que debe asumir el liderazgo en un momento difícil de nuestra ciudad, cuyas instituciones no están en su mejor período, como consecuencia de la falta de financiación o bien por su vaciamiento. Muchos son los ejemplos que podemos reseñar con tan sólo echar un vistazo a la escenografía institucional, donde podemos encontrar concursos de acreedores, pérdida de representatividad, incapacidad de gestión y un largo etcétera. El lector sabrá poner nombre a cada situación. En cambio, es el gobierno local el que más da que hablar. Esa situación debe acabar porque nadie gana y todos perdemos.

Hay una responsabilidad enorme y se llama Alicante, la eterna ciudad de las oportunidades. Nunca hemos dejado de oír el potencial que tiene la ciudad, pero llevamos años perdiendo las ocasiones que se nos han ido presentado. No podemos seguir echando más leña al fuego, no podemos seguir en el enfrentamiento de todos contra todos. Lo que necesita ahora el ayuntamiento es lo que necesita la ciudad, diálogo. Hay que abandonar el enfrentamiento constante en el que la ciudad vive instalada desde hace décadas. Quisiera instar al gobierno municipal a que sea el primero en cambiar esa tendencia, que cese el enfrentamiento, que adopte el diálogo como instrumento político, y lo haga extensivo al resto de la Corporación Local.

Guanyar y Compromís no consiguen nada haciendo pinza contra el alcalde y el PSOE. Lo único que consiguen es deteriorar la imagen del gobierno, en el que también están incluidas estas organizaciones, y cuyo saldo no va a ser a favor de un supuesto crecimiento electoral; más bien, al contrario, han dado muestras de negligencia y revanchismo, algo que no premia el voto de la izquierda de nuestra ciudad. Por su parte, el alcalde es el que ostenta la mayor responsabilidad de la ciudad y, por ende, del gobierno, por ello debe abrazar el diálogo como punto de partida, evitar los desencuentros y ponerse al frente de aquello que hace la ciudad mejor y más competitiva. Gabriel Echávarri debe dialogar con sus socios de gobierno, pero también debe hacerlo con Ciudadanos, partido que respaldó su investidura y cuya hostilidad ahora debe revertir. También dialogar con el Partido Popular y sentar bases de trabajo en materias que son de interés general. No debe preocuparle las posibles concesiones a estos partidos políticos, pues ninguno de sus portavoces tiene asegurada la candidatura a la alcaldía. No obstante, los intereses de Alicante están por encima de esas cuestiones meramente políticas.

Ese diálogo debe continuar y abordar la situación de la patronal alicantina, sin injerencias, pero posibilitando que el empresariado alicantino recupere su identidad y su aportación colectiva a la ciudad. Ese diálogo lo necesita también la Cámara de Comercio, que se encuentra en su peor momento histórico, aunque es cierto que no es un problema exclusivo de la institución alicantina, sino que comparte con las del resto de España. A pesar de ello, ejerce una función de interés para las empresas que realizan comercio exterior, por lo que su fortaleza beneficia al interés económico local. Diálogo con el Puerto de Alicante, que, aunque se encuentre en fase de crecimiento, es un punto estratégico de nuestra ciudad y debería gozar de mayor proyección. Diálogo con muchas otras instituciones y organizaciones para que recuperen su capacidad de aportación. Sin diálogo nadie gana, tampoco los que no están abiertos a escuchar.