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Roquero personaje

El amor es pa na

Teatro Principal de Alicante

Guion, música e intérprete: Alex O'Dogherty.

Dirección: Julio Fraga.

Puede que el amor no dure mucho. O la magia entre dos. Y surge una serie de fracasos amorosos. Se pierde la capacidad de enamorarse? «Te vas a quedar solo toda tu puta vida», le dijo su exnovia favorita al abandonar esa relación. La frase le acosa y se reitera con la voz grabada. El mundo de las difíciles relaciones de pareja ataca al estilo del actor y monologuista gaditano Alex O´Dogherty. Pero también late lo efímero de las cosas. El miedo a no encontrar la persona ideal o lo que se busca, suponiendo que sea necesario encontrarla y que uno sepa lo que quiere de verdad. «¿Crees que quedarse solo toda la vida es malo?», dice el personaje. ¿Existe el amor para siempre como algunas canciones románticas afirman? Los espectadores responden en este show, un espectáculo interactivo con guion y música del polifacético Alex O´Dogherty, iluminación del alicantino Juanjo Llorens y dirección de Julio Fraga. Esto es El amor es pa ná, una tragicomedia de rock que circula un poco más allá de los esquemas habituales de El club de la comedia. Cuenta y canta brevemente con trazos de sátira, y vende discos, DVDs y camisetas en el hall. Según Ortega y Gasset, el enamoramiento ocupa un lugar más bajo con respecto al amor. «Una especie de imbecilidad transitoria», dijo. Dicho de otro modo: «Un estado de miseria mental en que la vida de nuestra conciencia se estrecha, empobrece y paraliza». No es que el protagonista profundice en estas cuestiones. Ironiza sobre el asunto e invita a que los parroquianos hablen y no callen. A que se den fraternalmente la paz. La vulgarización del sexo como vehículo de usar y tirar es uno de los frecuentes instrumentos que suelen hacer cosquillas fáciles a los más proclives a este tipo de sal. O´Dogherty exhibe su versatilidad, fluidez dialéctica y la aureola de la fama con la que consigue que le rindan culto. Un gran corazón gobierna el espacio donde se encuentra el pianista y arreglista Jesús Lavilla. La fórmula admite un mejor partido. No es ingenio todo, aunque hay mordacidades como lo de sugerir, al igual que en las elecciones, que cada cuatro años se pueda cambiar de pareja. De una forma u otra, el caluroso público queda contento.

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