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Juan R. Gil

Con lo bien que se vive en el lamento

No sé si habrán oido ustedes hablar de Sun and Co. En mi caso, la primera referencia la tuve a través del exrector Andrés Pedreño. Es una casa rehabilitada y situada en el casco antiguo de Xàbia. Podría confundirse con un hotelito con encanto, de esos que ahora tanto se llevan, o simplemente con una casa de huéspedes con pretensiones. Pero no tiene nada que ver. Sus clientes son una nueva clase nacida al calor de la tecnología y la nueva economía, los llamados «nómadas digitales». Profesionales y emprendedores, jóvenes en su mayoría pero con un nivel de ingresos elevadísimo, que pueden trabajar en cualquier parte del mundo y lo aprovechan trasladándose con relativa frecuencia de un lugar a otro, y que buscan un entorno apacible en el que relacionarse con sus iguales y donde poder desarrollar una forma de vida que les permita a un mismo tiempo dedicarse a sus iniciativas, transmitiendo y recibiendo ideas y conocimiento, y ocupar el resto realizando actividades que les satisfagan física o espiritualmente, da igual que sea snorkel, senderismo o yoga. En el tiempo que lleva funcionando, que no es mucho, por Sun and Co han pasado algunas de las mentes más brillantes o prometedoras del panorama tecnológico mundial. Pueden buscar referencias del sitio en internet, pero les costará encontrar alguna que no esté en inglés.

Sunandco -en la forma en que sus propietarios escriben su marca- es una buena idea, inscrita en nuevas tendencias de vida, trabajo y ocio, como el coliving, coworking, etc., pero que no nace en Xàbia porque sí. No cuelga del vacío. Aunque no existen estadísticas oficiales, todos los indicadores señalan que la provincia de Alicante es ya la que cuenta con mayor número de casos exitosos consolidados en la nueva economía. La que más proyectos ha producido que se han convertido en empresas viables de primer nivel que están funcionando o que han sido adquiridas y asimiladas por grandes marcas. Más que Madrid, Barcelona o Valencia y solo con Málaga compitiendo al mismo nivel. Panoramio, nacida en Alicante, está en la base de Pokemon. Y es solo un ejemplo.

No es una singularidad española. En el resto del mundo ocurre ese mismo proceso de descentralización, por definirlo de algún modo aunque no recoja todos los matices del fenómeno. En EEUU las áreas más punteras se sitúan alrededor de San Francisco y Boston. En Europa, no son los países centrales, ni tampoco el Reino Unido -si exceptuamos el caso siempre singular de Londres- o Francia, los que avanzan en ese terreno, sino los escandinavos. La capital tecnológica de la India -una potencia en este nuevo territorio- no es Nueva Delhi, es Bangalore, la cuarta ciudad del país.

¿Qué buscan los protagonistas de la que muchos consideran tercera revolución industrial, que por primera vez ya no está ligada a grandes centros localizados de producción pero que está cambiando el mundo a mayor velocidad de lo que probablemente lo hicieron las dos anteriores y con la misma o mayor profundidad? Buscan entornos con una calidad de vida elevada, con sistemas universitarios asentados y dinámicos, bien comunicados y en los que haya una masa crítica de emprendedores. Alicante cumple con las tres primeras condiciones y ello le está llevando, a la chita callando, a contar también con la cuarta: la concentración necesaria de emprendedores y cerebros, que ya viven o trabajan aquí, o pasan largas temporadas en esta provincia o la visitan frecuentemente. Contamos con figuras de primer nivel mundial como Nuria Oliver, Javier García, Eduardo Manchón, Fernando Guerrero, Andrés Torrubia, Iñaki Berenguer... por citar solo unos cuantos, y constantemente este periódico publica informaciones de proyectos exitosos a nivel mundial que han nacido aquí de la inspiración y el esfuerzo de jóvenes alicantinos, a los que desde hace unos años los premios Importantes de INFORMACIÓN reservan sistemáticamente un galardón que, edición tras edición, resulta difícil de otorgar, no por falta de candidatos, sino por todo lo contrario. Uno de los tres «padres» de internet ya vive casi todo el año en Alicante. Y el principal integrante de aquel trío participará en un congreso que se celebrará aquí en octubre.

Nada de esto es casual. Incluso si lo fue en origen, hoy se trata de una dinámica que se retroalimenta. Es otro tren que para en nuestra estación. Pero ni siquiera es un AVE. Es un tren-bala. ¿Lo volveremos a dejar perder? Hablamos de Alicante, así que no podemos ser optimistas. Decíamos que Sunandco no había nacido en Xàbia porque sí, ni de la nada. Pero la economía digital sí que está creciendo en esta provincia sola y desprotegida. No forma parte de ningún discurso, ni político, ni empresarial, ni siquiera social.

Los nuestros -entendido por «nuestros» aquellos que nos representan y que con sus decisiones marcan el presente y condicionan el futuro- están a lo «suyo». Y «lo suyo» no es que sea antiguo, lo que al menos le daría categoría, es simplemente viejo. La ocurrencia estrella para esta legislatura de la Diputación es hacer del Puerto una zona franca, a pesar de que a efectos fiscales ya lo es y contra toda evidencia que señala que ninguna nueva zona franca ha funcionado sencillamente porque el mundo ya no se mueve por los mismos resortes que lo hacía en 1970 y porque para que algo así resulte lo que tienes que tener primero no son los permisos, sino la locomotora: la gran multinacional que compromete su intención de instalarse, antes que un apunte en el BOE que queda luego en papel mojado. Y el gran programa del Ayuntamiento de Alicante es que en el reparto de la túnica británica en tiempos del «Brexit» nos toque la Agencia del Medicamento, para lo que el Excelentísimo anda recogiendo firmas a sabiendas de que no sirven para nada y de que la sede está otorgada de antemano a Milán. Entre tanto, el alcalde Echávarri nos anuncia que vamos a tener el mayor bosque urbano de la provincia, aunque como escribía con acierto la letrada Mónica Nombela ayer en estas mismas páginas, de momento la cosa no pasa de plano pintado de verde ante el que, una vez más, encogerse de hombros. El president de la Generalitat, Ximo Puig, quiere rescatar la Ciudad de la Luz para convertirla en un centro de I+D+i, lo que no estaría mal si no fuera por lo intranquilizador que resulta que todo dependa de una subasta y un embargo y si tuviéramos una Conselleria de Economía que dedicara el día a pensar en esas cosas en vez de a cuadrar con un calendario y una pila de callejeros qué horario de apertura le pone a los comercios, asunto, como puede comprenderse, de enorme interés para dedicarle una legislatura. Y por si faltaba algo, vamos a Fitur a pelearnos porque dos ciudades a cuarenta kilómetros de distancia (Alicante y Benidorm) llevan el mismo eslogan y ahora resulta que tenemos que determinar de quién es la paternidad de una marca tan poderosa, ingeniosa y novedosa como «ciudad y playas». Qué quieren: somos así de estupendos.

Conscientes de la oportunidad que se nos presenta, un grupo de personas aglutinadas en torno al profesor Pedreño acaba de crear una asociación sin ánimo de lucro, AlicanTEC, con el fin de apoyar el desarrollo de la economía digital y los sectores de futuro en Alicante. Por ahora, ninguno ha sido detenido pero urge tomar medidas, no vaya a ser que gente tan peligrosa nos saque de nuestra bien ganada estulticia. De momento, ya hemos conseguido que nieve en Xàbia. A ver si los ahuyentamos y podemos seguir dedicándonos a ese bello arte en que hemos convertido el lamento, sin que nadie nos moleste.

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