La política tenderá a serenarse una vez pasen los autos sacramentales de Podemos y PSOE. La brecha entre Iglesias y Errejón es muy seria y la incertidumbre socialista alta porque serán tres en liza, aunque, avales en mano, no se descarta al final la reedición del «Pacto del Betis» entre Patxi López y Susana Díaz, como teme Pedro Sánchez. El congreso del PP será un trámite y el de Ciudadanos pasará con leves turbulencias. Las elecciones anticipadas con las que a veces se amenaza quedan lejos: el PP necesita votos y los socialistas tiempo y protagonismo. Y se lo dan mutuamente hasta el punto de que algunos, en la cada vez menos «nueva política», teman la refundación de un bipartidismo con más lustre.

El desafío político llega de Cataluña con anuncio de referéndum o de las enésimas elecciones anticipadas. Puigdemont ya ha advertido que antes de un año estará en su casa y, quizás para demostrarlo, se esconde tanto como puede. Ni estuvo en la Conferencia de Presidentes Autonómicos -tampoco el vasco Urkullu pero nadie cree en este caso que se esconda- ni interviene en nada relevante. «En el reparto de actos a presidir desde la Generalitat -comenta un alto directivo de un grupo editorial catalán- a Jonqueras le reservan lo mejor y al presidente lo mandan a bautizos, comuniones y reuniones con asociaciones de jubilados». Inés Arrimadas, la líder de la Oposición catalana, de Ciudadanos, hábilmente, refuerza su actividad frente a la del presidente ausente. Por eso insiste en ser recibida por Rajoy «para que los catalanes no se queden sin voz». Su creciente protagonismo incomoda tanto a independentistas como al PP catalán.

Con todo, la política se serena y el año económico recupera parte de lo que no se hizo en el 2016, pero el problema es que las cuentas del Estado no salen. La economía quiere despegar pero el contexto europeo no ayuda. Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, teme que «el daño ocasionado por el Brexit no haya hecho más que empezar». Reclama mantener en España las reformas e incluso pide «reformas de las reformas». Destaca la necesidad de fomentar el talento para ganar productividad. Iñaki Gabilondo, empeñado en una noble batalla contra la debilidad de la investigación, advierte que «España puede quedar convertida, sino se refuerza urgentemente ese flanco, en el bar España». Nada tiene contra los bares pero sin investigación.....

El problema para el Estado, es decir para todos los ciudadanos, es que la recaudación baja año tras año. «Cada vez queda menos de donde rascar porque a las autonomías se le traspasó casi todo. El Estado es solo el 20 por ciento de lo que era», comenta Miguel Herrero de Miñón, redactor de la Constitución. Alivia que Montoro anuncie que la recaudación este año crecerá el triple que el PIB, es decir que los ingresos tributarios subirán un 7'8 por ciento frente al 2,5 de la economía. Una previsión para firmar ahora mismo tal y como va la tendencia recaudatoria descendente.

El anuncio, sin embargo, resulta inquietante para las empresas, especialmente las medianas y pequeñas, y los ciudadanos. Hacienda es muy eficaz pero sobretodo aprieta a los que cumplen. Y es difícil calcularlo pero puede que la quinta parte de la economía, sino la cuarta, esté fuera de control. Y Montoro lo sabe. El mismo comentó que, al terminar unos trabajos en su domicilio particular, un fontanero le preguntó: «¿Quiere usted la factura con IVA o sin IVA?». Habría que darle el premio al fontanero más despistado porque, aunque no vea telediarios, a Montoro, se lo encuentra uno en cualquier programa de humoristas o de imitadores. Así va España, despistada y sin fijarse. Pero lo más grave es que no nos salen las cuentas y con una deuda como la que tenemos, equivalente a todo el PIB de un año, bastaría que subieran de pronto los tipos de interés para asfixiarnos. Esos son los verdaderos problemas de este país al que apenas se refiere los políticos más atentos a sus líos internos.