La reciente comparecencia de los responsables autonómicos del urbanismo y de la ordenación del territorio, a los que acompañaban los alcaldes de las dos ciudades más importantes del área comprendida en el plan, el pasado día 16 en la Universidad de Alicante, para presentar los objetivos del Plan de Acción Territorial del área Alicante-Elche (en adelante PAT), no respondió a las expectativas con las que algunos acudimos. Fue un acto institucional con demasiada retórica ambiental y urbanística y con escasas aportaciones realmente innovadoras para el planeamiento de un territorio con una extensa e intensa historia reciente de planes fracasados, que han dejado entre los ciudadanos una huella de desconfianza e incredulidad ante esta clase de propuestas para el área Alicante-Elche.

En los últimos treinta años se han sucedido diferentes iniciativas , provenientes tanto de la iniciativa privada como de la pública, para articular y vertebrar el territorio de las dos ciudades. Destaca la idea, por la expectación que levantó, conocida como «El Triángulo Alicante-Elche-Santa Pola» un estudio promovido en los años 90 del siglo pasado por un grupo de empresarios de las dos ciudades, frente al que la Generalitat respondió con otro estudio en el que proponía otro modelo geométrico para ese territorio: «La Ciudad Anular», al que apenas se le dio difusión. Más recientemente la Generalitat implantó el PATEMAE, un catálogo de propuestas para la zona. Hay que citar aquí también los dos Planes Estratégicos para la provincia de Alicante, uno promovido por la CAM-Diputación y otro por la Cámara de Comercio, que prestaban atención preferente al área Alicante-Elche. Todo ello ha supuesto un derroche de esfuerzo, conocimiento y financiación pública y privada con resultados totalmente estériles, no solo porque prácticamente no se ha materializado ninguna propuesta ni proyecto, sino porque no han sido capaces de impulsar un nuevo marco de convivencia y diálogo entre las ciudades del territorio Alicante-Elche.

El PAT debería de propiciar la creación de un espacio de encuentro entre las ciudades que lo componen, entre los ciudadanos y agentes sociales, políticos económicos que constituyen la sociedad civil del territorio abarcado por el plan. Sin embargo,difícilmente se puede avanzar en esta dirección después de lo escuchado en la presentación del PAT en la UA. Ni se aportó un programa de los trabajos de elaboración del documento ni un calendario del proceso de participación paralelo. Solamente se anunció que «a comienzos de 2018 se abrirá la consulta y participación pública», cuando el plan esté ultimado? Por cierto, en el acto que comentamos no hubo turno de preguntas del público.

De las intervenciones de los alcaldes de Alicante y Elche, se puede concluir que el territorio común a las dos ciudades cuyos gobiernos presiden no figura entre las prioridades de ambos consistorios.El alcalde de Elche, además, mostró una actitud explicita de desconfianza ante esta clase de planes. Por su parte el de Alicante después de repetir algún lugar común que se suele escuchar en estas ocasiones como lo de «unidos somos más fuertes», puso como ejemplo de la visión territorial del consistorio alicantino los proyectos de carril-bici a la EUIPO y el del nuevo parque anunciado recientemente junto la institución europea, dos proyectos locales que no tienen ninguna proyección en el territorio común a las dos ciudades.

Del resto de municipios que constituyen el área del PAT, no se habló. Solamente hubo una alusión a San Vicente del Raspeig, porque parece ser que el alcalde de esta ciudad estaba entre el público. Curiosamente, en el DOGV de 27 de Diciembre pasado en el que se anunciaba la puesta en marcha de este PAT se fijaban en catorce los municipios que comprendía el plan, sin embargo en la presentación de la UA la cifra aumentó a veinte, aunque en ninguno de los dos casos se mencionan cuáles son.

Cualquier documento de planeamiento a escala de ciudad o de territorio, lógicamente, debe de fundamentarse en el rigor técnico-profesional. Pero también es cierto que un plan se desarrolla desde una posición social y política. La cohesión territorial, objetivo prioritario del trabajo técnico de un plan, está incompleta sin la cohesión social, y es así porque el territorio es una construcción social, es el resultado de cómo una sociedad concreta se apropia de un espacio y construye el territorio a la medida de sus valores e intereses, incluso de sus imaginarios colectivos.

Por tanto el territorio construido por una sociedad democrática debe de reflejar esos valores e intereses, en otras palabras, lo que define una «cultura del territorio». Desgraciadamente, suele ocurrir que son los ciudadanos con intereses directos en la ciudad o el territorio los que prestan mucha más atención al desarrollo de los planes urbanísticos y territoriales que los ciudadanos de a pie. Por eso implicar a estos últimos debería de ser uno de los objetivos de la participación pública en el planeamiento. El PAT Alicante -Elche se va a implantar sobre unas ciudades en las que sus ciudadanos carecen de una cultura del territorio más allá del comprendido por su término municipal, por eso este plan debería de impulsar una experiencia nueva para aplicar un programa de participación pública con una finalidad pedagógica preferente de dimensiones sociales, culturales y políticas.