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Somos noticia nacional

Cuánto honor: Alicante es noticia nacional. Oigas el medio que oigas o leas el diario que leas siempre salimos y nunca suele ser por nada bueno: no es que hayan nombrado un ministro alicantino ni porque, por fin, alguien reconoce nuestro potencial empresarial, sino por temas cutres. Pasamos de ser la «California de Europa», como nos seguimos considerando, al «Crematorio» de Chirbes, pasando por el «Huevos de oro» de Bigas Luna, que aunque es una película menos conocida no deja de ser una inmersión interesante en lo que era -o es- el paisanaje de nuestra patria chica.

A la hora de que nos denigren más allá de la frontera de Almansa no hay derechas ni izquierdas, nuestros pecados son de todos los pelajes. En esta última semana, leído en los diarios del Imperio, Alicante sale por el «trío lálalá»: Castedo, Alperi y Ortiz, por el dudoso honor de que Trillo haya sido nuestro diputado desde hace eones y por la bufonada del cambio/recambio de calles perpetrado por el Tripartito (menos el alcalde, que él se enteró por la prensa) y rectificado por la justicia que exige que todo vuelva a su ser de forma inmediata, sin darse cuenta de que las cosas municipales van raudas como centellas cuando les interesa a los mandamases y despacio como caracoles en caso contrario. No diré yo que igual de pecaminosa sea la corrupción, la mentira contumaz o cambiar de nombre a la plaza de la División Azul, pero es verdad que todo se junta en un mismo lodo y no para bien, dejando nuestra imagen de marca a caer de un burro.

Tras tanto barro es una pena que no tenga casi repercusión, ni fuera ni dentro, una misión empresarial de empresarios chinos que se ha traído Cristóbal Navarro y que andan más que encantados por la provincia de Alicante, será porque no entienden los carácteres latinos y en ideogramas hanzi todavía no parecen haber salido nuestras cuitas. Mejor que nadie se las cuente, no vaya a ser que se vayan a invertir a otras partes, que seguramente tendrán peor clima atmosférico pero mejor climatología reputacional. Si finalmente, como parece, los chinos descubren Alicante y se lanzan a la conquista, veremos un batallón de muchachotes que se rasgarán los párpados y se sumarán a la victoria, que aquí trabajar para conseguir trabajo se practica poco, pero festejar los éxitos como propios, aunque no lo sean, es deporte provincial.

Lo de castedortizalperi la verdad es que ya cansa. Es agotador oir las grabaciones una y otra vez en la Sexta o en donde sea, que vayas a la capital del Reino y te pregunten y se sorprendan, encima, cuando les dices -provocando- que los tres te caen personalmente de maravilla y encima que sea verdad (aunque no sé si es políticamente correcto que deje constancia por escrito, aunque por si acaso añado y testifico que Enrique no me ha invitado personalmente ni a una caña con panchitos). Pero que sea agotador no empece para que Echávarri tenga la poca cabeza de decir que hay que pasar página. «Vamor a ver»: veamos qué deciden los Tribunales y luego pasamos página, aunque digan lo que digan los jueces, las grabaciones les han condenado. ¿Será que Echávarri manifiesta un corporativismo mal entendido con los que fueron sus predecesores en bastón y retrato o que llegado al sillón ya da lo mismo lo que hubo antes? Hombre, por favor.

¿Y Trillo, rey de los paracaidistas, esos esforzados políticos cuneros lanzados desde un avión para que tomasen circunscripciones que no eran las suyas privándoles del rechazo que -supuestamente- tendrían en sus lugares de nacencia? Pues ahora nos aguantamos, porque Trillo que no ha visitado la provincia más que cuando tenía necesidad de conseguir sus votos, resulta que en los resúmenes televisivos se resalta por activa y por pasiva que ha sido nuestro representante de 1989 a 2012 en Las Cortes. Ni era alicantino cuando era presidente del Congreso ni cuando fue ministro o embajador en UK, pero le ha dejado caer Rajoy y se ha convertido para los medios nacionales en el excabeza de lista del PP en Alicante, como si tuviésemos alguna culpa de sus asuntillos con el malhadado Yak-42. Cuanto honor, repito.

Lo de la risa del cambio de nombre de las calles se ha transformado de chascarrillo propio en chiste nacional. En todas partes se han sustituido rótulos y no ha pasado nada, pero aquí se han dado tanta prisa en hacerlo, como si fuera vital para la supervivencia de la especie, que a la juez se le han hinchado los ovarios y ha dicho que reviertan el proceso. Y de nuevo carcajadas en Madriz.

Aunque me repugna el cambio del callejero excepto en casos muy excepcionales -que se podía solucionar cambiando el adjetivo: del «Benefactor Fulanito» al «Malvado Fulanito»- me molestan más las prisas en resolver esto cuando la ciudad se cae a trozos y la limpieza, por ejemplo, brilla por su ausencia. ¿De verdad era necesario cambiar los rótulos de treinta y tantas calles con la molestia que ello supone para vecinos, administraciones, servicios y correos? ¿Había que hacerlo de hoy para mañana con retratos de los concejales y allegados descubriendo placa más chulos que un ocho porque notorios fascistas hubiesen perdido una calle en Alicante? Como si la historia se fuese a repetir por gesto tan nimio; como si la guerra no hubiese existido o hubiesen ganado otros; como si por cambiar una calle alguien pudiera olvidar y perdonar los desastres de cuarenta años.

Y seamos serios: ¿Cuántos menores de sesenta años saben qué fue la División Azul?

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