Adaptando el título de la obra teatral, escrita hace más de 100 años por Oscar Wilde, a la situación final en la que quedan los equipos de la maldita Segunda B, tras la larga temporada regular para intentar el ascenso a la Segunda División del balompié patrio, es incuestionable la tremenda importancia, para conseguir el objetivo marcado, de quedar primero de grupo. La oportunidad doble que se otorga, con toda razón, a raíz de la reorganización de los ascensos en el año 2009, a los que en la tabla de clasificación de cada grupo quedan en lo más alto, se hace vital para conseguir subir a la división de plata. Tevenet, atendiendo a sus declaraciones nada más terminar el partido del Mini Estadi, no lo entiende así, o quizás quiere convencerse de lo contrario, restando importancia a la más que notable diferencia de puntos que en tan solo 20 de los 38 partidos, el líder, Barcelona B, le saca a su equipo nada menos que nueve más el golaverage particular. Hasta el mismo Parodi duda de la viabilidad futura del Hércules de no ascender esta temporada. De ahí la importancia de poder alcanzar el liderato, tren que, hoy por hoy, parece perdido para el club blanquiazul. Quedando primero de grupo las posibilidades de ascenso se multiplican. Desde que se cambiara el formato de promoción de ascenso, dos de los cuatro suben seguro, y al menos uno más suele hacerse con una de las dos plazas restantes. Desde la fecha en que se instituyo la remodelación de los ascensos en cinco de las ocho temporadas, han subido tres de los cuatro primeros en liza, y en una única ocasión lo consiguió un equipo que quedará cuarto en la clasificación de su grupo, precisamente en el pasado ejercicio, siendo el Cádiz ante un Hércules incapaz de marcar en dos partidos seguidos. Es la excepción que confirma la regla. No obstante, el porcentaje de los equipos que quedando primeros, logran el ascenso en la segunda vuelta, es ostensiblemente mayor que la de los que ocupan cualquier otro puesto de la tabla clasificatoria. De ahí la importancia de llamarse primero. En una temporada crucial para el Hércules, tercera del tercer ciclo en Segunda B, con un accionista mayoritario desaparecido en combate, con el club en almoneda, y con el Rico Pérez con bastantes posibilidades de caer en manos extrañas, como pasara con el Helmántico hace escasos tres años cuando fue adquirido en subasta por un grupo mexicano, únicamente la esperanza del ascenso mantiene la unidad de afición y plantilla, con el apoyo sin cargo de Ramírez, que parece decidido a conseguir, en este su segundo año de presencia en el club, el objetivo del ascenso poniendo toda la carne en el asador.