Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Calambrazo en el mercado de la luz

La escalada del precio de la electricidad y la respuesta del Gobierno

Los ajustes en el mercado eléctrico que aprobó el anterior Gobierno del PP (con los productores de energías renovables como primeros damnificados), unidos a las subidas del recibo que soportaron los hogares y las empresas, resultaron eficaces en la medida en que permitieron contener un agujero económico de un tamaño comparable al de Bankia: el llamado déficit tarifario (desfase entre gastos e ingresos del sistema) por el que se acumuló una deuda cercana a los 30.000 millones de euros que los españoles seguirán pagando hasta 2028. Ese mismo Gobierno modificó también la tarifa regulada, la que pagan el 46,5% de los hogares del país, para que el precio de la energía (en torno al 30% de la factura) estuviera conectado a las variaciones horarias del mercado mayorista, allí donde a diario las compañías generadoras y las comercializadoras casan sus ofertas y demandas. Esto es, se vinculó muy directamente el recibo de 13 millones de consumidores a las oscilaciones de un mecanismo de fijación de precios extraordinariamente complejo y que con frecuencia está bajo sospecha de manipulación por el enorme poder de mercado de los grandes grupos del kilovatio.

Así que el hecho de que en estos días de ola de frío el precio diario de la energía se dispare para muchas familias está en primer lugar relacionado con el hecho de que la reforma eléctrica que firmó el entonces ministro de Industria, José Manuel Soria, amplificó la exposición que los consumidores tienen a los resultados del mercado mayorista, como antes la tenían a las también sospechosas subastas que hasta 2013 se utilizaban para fijar la tarifa.

Detrás del calambrazo de estos días hay razones coyunturales: hace mucho frío y por ello la demanda ha aumentado; la producción de las energías renovables más baratas (hidráulica y eólica) ha descendido (el 41% y el 29% interanual, respectivamente) y su hueco es suplido por tecnologías más caras (carbón y gas) y que lo son más últimamente por los daños colaterales de la subida del petróleo; y Francia, que tiene varias de sus nucleares paradas, está comprando electricidad en España y con ello elevando su cotización. En ese contexto y con el modelo de mercado español -el coste de la luz en cada hora lo marca para todos los kilovatios la última tecnología en entrar, más cara que el resto-, los ciclos combinados de gas deciden el precio.

Puede por ello ser razonable la decisión del ministro de Energía, Álvaro Nadal , de tomar medidas para estimular la competencia en el mercado del gas, abaratar los costes de este combustible y con ello los de la luz. Es verosímil que exista un cuello de botella en esa esquina del mercado energético y que ello esté amplificando la subida del gas que ya se esperaba por la del petróleo (los contratos gasistas están indexados al crudo).

Pero ni eso ni las anteriores reformas evitan que los españoles sigan pagando el quinto recibo de la luz más caro de Europa. O que en años como 2015 el mercado diario al que muchos españoles miran estos días con alarma registrara sistemáticamente precios superiores a los de Alemania, Francia e incluso Italia. Puede que, por las peculiaridades del sistema español y de su dieta energética, además de recortar subvenciones a las renovables como se ha hecho, haya que revisar eso de que se pague el mismo precio por el kilovatio producido en un pantano inaugurado por Franco hace más de medio siglo que por el generado en una moderna central de gas con unos costes muchísimo más altos.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats