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Camilo José Cela Conde

El viaje a ninguna parte de algunos candidatos socialistas

Lo primero que dijo el más reciente secretario general del Partido Socialista Obrero Español al verse desfenestrado de su cargo fue que se iba a ir de gira. Irse de gira es, en el contexto político, el equivalente doméstico de las campañas electorales eternas de los Estados Unidos, cuando los candidatos han de recorrer el país entero, estado a estado, condado tras condado, en busca de los apoyos necesarios para ganar las primarias. Luego, si son nominados por su partido, han de repetir el viaje que nunca acaba pero con las elecciones por delante ya. Una campaña electoral estadounidense cuesta una barbaridad y buena parte del presupuesto necesario se va en alquilar aviones para ir saltando de ciudad en ciudad, varias al día, durante años. No es raro que para aspirar a ser presidente allí uno deba ser multimillonario de antemano o disponer de donaciones de un calibre similar (mejor aún si se dan las dos cosas). El equivalente carpetovetónico no es comparable. Pedro Sánchez declaró de manera más bien enfática que se subiría a su coche familiar y se iría a dar la vuelta al país. Aunque no precisó, que yo recuerde, si iba a meter el automóvil en los ferrys o utilizaría el avión para llegar a las islas Balears y a las Canarias, la diferencia quedaba marcada de antemano.

También los actos de campaña: los candidatos presidenciales estadounidenses, o quienes aspiran a serlo, se reúnen con los magnates de la industria y con las fuerzas vivas locales con el fin de recabar apoyos en su mayor parte económicos porque entre los carteles, los mítines y los anuncios de la televisión se va una pasta considerable. Pero el secretario apeado de su cargo daba la impresión de emprender la gira con el propósito más que de ver de ser visto, como si se tratase del mesías redivivo que tiene que dar fe de que resucitó. Ahora que la comisión que gobierna el PSOE está afinando el calendario para las elecciones de un nuevo secretario general comienzan a postularse nombres por medio de la vía común para hacerlo: la del globo sonda seguido del paso adelante de presentar la candidatura. En esas estamos con dos nombres en la palestra, Patxi López y Susana Díaz, y ya se anuncia que ambos van a irse de gira también. Del tercero en discordia, Pedro Sánchez, no se sabe nada, ni tampoco se ha sabido de su gira propia (dónde fue y qué sucedió). En eso volvemos a quedar lejos de los Estados Unidos, donde el candidato en ciernes ocupa las portadas de la prensa allí donde vaya. Con lo que las giras carpetovetónicas parecen suponer un submundo en sí mismo, algo cerrado que sirve más de fin que de medio. Fernando Fernán Gómez lo retrató muy bien en su novela "El viaje a ninguna parte", llevada luego al cine, que seguía los pasos de una compañía de cómicos en la postguerra. La compañía comienza buscando éxitos y fortuna y termina conformándose con seguir adelante un día más. Las giras de los aspirantes a secretario general deberían ilustrarse leyendo el libro o viendo la película.

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