Ellos son López y Sánchez. Dos hombres que a principios del año sin gobierno formaron tandem. El vasco presidiendo el Congreso de los Diputados, gracias a los votos de los populares, y el madrileño optando en una investidura fallida a la presidencia del gobierno de España. Bien avenidos en la causa del no es no a Rajoy. Juntos en la estrategia de acercamiento al movimiento populista de izquierda radical y los grupos independentistas, aquí representar a la derecha más rancia se obviaba ante la causa general, en un intento suicida de formar un gobierno que el otrora líder socialista Rubalcaba tachó de «Frankenstein». Unidos en aquella batalla campal que fue el comité federal donde Sánchez tuvo que dimitir cuando ya había sido cesado, y como consecuencia el partido quedo roto y a la deriva.

Sus destinos ahora son idénticos, el mismo: la secretaría general del PSOE. López, el que aconsejara a Sánchez que dimitiera para no dar el cante de un no en el Congreso ante la investidura de Rajoy, y quedar limpio de polvo y paja, ante su más que segura vuelta a la pelea por el liderato socialista, nada más presentar por sorpresa su candidatura afirma que la abstención a la investidura fue un error, él voto sí, y por si fuera poco se hace con la colaboración del que fuera núcleo duro del llamado «sanchismo». Luena y el otro López, Óscar, se han unido sin ambages y el mismo bagaje, al vasco que fuera Lendakari gracias a los votos de los populares. Ni Bruto lo hubiera hecho mejor.

Sánchez sigue sin recorrer las agrupaciones locales por carreteras secundarias, y sigue mudo. Sus diversos entornos hablan por él. Siguen insistiendo en la manida frase de «primarias y congreso ya», aún cuando el Comité Federal, con tan solo cinco votos en contra, ha concluido que sean unas en mayo y el congreso en junio. Siguen con el consabido mantra, el poder que les da, a ellos y Sánchez, la militancia, a la que dicen, pavoneándose, representar. Para ellos los secretarios generales de federaciones autonómicas, provinciales, locales, y/o los miembros de los diversos comités, no han sido elegidos por los compañeros. Por sus palabras deben ser astutos trileros del voto que vienen engañando a los militantes y afiliados desde el principio de los tiempos. Siguen por supuesto renegando de la investidura de Rajoy, y apoyando la estrategia del no es no, reverdeciendo el llamado cordón sanitario a los populares.

Pero sin duda Sánchez terminará por hablar. Quizás por presentar su candidatura, con otro equipo con otras caras. Sánchez y López, serán dos hombres y un destino. Pero en el destino no cabe más que uno, por lo que la suma de ambos no significara más que ventaja para quien encabece la candidatura que ahora se denominara oficialista, aquella que represente la política que ha diseñado la Gestora de la mano de Javier Fernández, quien no parece interesado en subirse al cuadrilátero, sino a preparar el terreno para quien pueda reconducir al partido socialista por la senda de la recuperación del voto perdido y de la abandona ideología socialdemócrata que tanto bien trajo a este país. Díaz, la que esta en mente de todos, por ahora calla pero no otorga. Espera su momento. No tiene prisa. Ella fue quien permitió, con los votos de Andalucía, que Sánchez se hiciera con el poder, craso error que esta dispuesta a enmendar. Antes ya los había inclinado para Chacón. A la tercera irá la vencida, y con toda seguridad Díaz se presentará. Entre otras cosas, porque si que ha demostrado con los votos en las urnas, que los militantes están con ella, con lo que ella apoyaba. Ni los que futílmente vocean intentando denigrarla, impedirán que la mesura venza a la algarabía. El destino que el futuro les tiene deparado a los dos hombres, Sánchez y López, no parece que vaya a ser el más halagüeño y deseado por ambos. La madre de Pagaza ya fue tremendamente dura al describir el devenir político de López y su constante ingratitud. El destino parece favorecer y estar en manos de Susana.