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Antonio Sempere

Amor propio

Está sucediendo cada mañana de lo que llevamos de invierno en la estación del AVE de Alicante. Es una situación humillante y absurda en la que a lo mejor no han reparado. Por eso les pongo en situación. En el control de seguridad los viajeros son obligados a quitarse los abrigos para pasarlos por la cinta. Imaginen la escena durante las primeras horas de la mañana. Imaginen a muchas personas mayores despojándose de sus prendas a una temperatura ambiente de 6 grados. Porque sí, en Alicante a las siete o a las ocho de la mañana también hace frío.

La estación provisional se hizo tan bien que nadie reparó en este detalle. En las estaciones de AVE en condiciones, los controles se realizan a resguardo. Aquí, en nuestra estación de hojalata, a pesar del enorme tráfico de pasajeros, se llevan a cabo en la intemperie más absoluta. Da pena, mucha pena, ver cómo personas delicadas o susceptibles de enfermar son obligadas a «desnudarse» en plena cola, porque lo exigen las normas.

Unas normas que, dicho sea de paso, carecen de fundamento. Si alguien de verdad tuviese malas intenciones podría depositar el objeto prohibido, qué se yo, en las botas en lugar de en las cazadoras, y nadie les registraría. Los encargados de seguridad, que conste, son los primeros perjudicados por estas medidas. Ellos son los que más sufren la tiritona, abrigados hasta las cejas, desde que se abre la primera cinta a las seis de la mañana. A temperatura ambiente. Aunque les han colocado unos tablones de madera para mitigar la rasca.

Los del Ministerio de Fomento deberían inspeccionar la vergonzosa situación que vive la estación de Alicante. Tercermundista en tantos detalles. La provisionalidad puede durar décadas. Alguien debería tomar medidas urgentes. Aunque sea por amor propio.

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