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Las grabaciones de Trump

La insólita rueda de prensa del presidente electo refuerza la alarma sobre su persona a pocos días de su toma de posesión

El miércoles pasado, como tantos millones de personas en todo el mundo, pude seguir por televisión la insólita rueda de prensa en la que el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, acusó a las agencias de inteligencia de su propio país de inventarse el bulo de que Rusia lo somete a chantaje ya que dispone de grabaciones comprometedoras sobre su vida privada y actuaciones financieras. Al parecer, durante una de sus estancias en Moscú, el magnate habría contratado a varias prostitutas para que, entre otros servicios, orinasen sobre la cama de una suite que había sido ocupada en su día por el matrimonio Obama durante una visita oficial. Y la existencia de esas filmaciones explicaría en buena medida la actitud favorable del futuro presidente a entenderse bien con una nación que estos últimos años estaba siendo considerada entre los principales enemigos de Washington en la esfera internacional. Al menos, esa era la versión de los hechos que habían difundido el día anterior medios tan importantes y poderosos como la cadena de televisión CNN y diarios de tanto prestigio como "The New York Times" y "The Washington Post". Por descontado, el magnate negó la veracidad de esos informes, dijo estar sometido a una "caza de brujas" y luego se extendió en consideraciones sobre la práctica, al parecer universal, de colocar cámaras de grabación minúsculas en las habitaciones de los hoteles donde pernoctan personajes de un cierto interés. Una afición que contrasta con el primitivismo tecnológico de aquel propietario de un motel de carretera norteamericano que espiaba a sus clientes desde unos agujeros practicados en el techo, según nos cuenta el escritor Gay Talese en su libro "El motel del voyeur". El mirón le reconoció al escritor que a menudo las escenas de sexo rutinario no le excitaban demasiado y con cierta frecuencia hasta se quedaba dormido en la buhardilla donde tenía su observatorio . Claro que, las practicas eróticas espiadas no llegaban, ni de lejos, a los montajes que se le atribuyen, hasta es posible que falsamente, al señor Trump. El recurso a las grabaciones eróticas para desprestigiar a un adversario se ha hecho habitual en estos últimos años gracias, entre otras cosas, a la sofisticación de los aparatos empleados. En España, sin ir más lejos, tuvimos el caso del periodista Pedro J, Ramírez con un vídeo que fue difundido masivamente y provocó la condena penal de algunos de sus autores. Y hasta el rey Juan Carlos I no se libró de insinuaciones sobre la posible existencia de otro que no se llegó a difundir. Desconozco si en el caso concreto de Donald Trump el escándalo de las supuestas grabaciones tendrá un efecto político pasajero o pudiera dar lugar a un "impeachment" en el futuro, pero nadie duda de que hay gente muy poderosa bastante alarmada ante la certeza de que un personaje de esas características va a asumir la más alta magistratura rodeado de personajes con biografías no menos inquietantes. Una inquietud que se ha visto abonado en el discurso de despedida de Obama al pedir a los ciudadanos que se conviertan en "guardianes de la democracia". En un país donde el acceso a las armas es tan fácil un enfrentamiento civil puede ser dramático.

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