Podemos se parió, rompiendo todos los moldes establecidos, en el 15 M. Nació fruto del descontento general y, sobre todo, de mal hacer de los partidos políticos tradicionales, bien de derechas, bien de izquierdas. En escasos cuatro o cinco meses y sin contar con un gran apoyo mediático (al principio) lograron 5 Eurodiputados y un año después (creo) consiguieron casi los mismos diputados que todo un PSOE, con toda su larga e histórica trayectoria. El PSOE, dirigido por un incapaz Pedro Sánchez fijó toda su artillería contra Podemos cuando su oponente no era éste, sino el PP, la derecha pura y dura que nos ha gobernado estos últimos cuatro años.

En el PSOE los muertos no les duran nada. A Josep Borrell lo despeñaron por un barranco y reapareció hace poco como una estrella fugaz para disputar el liderazgo del partido, pero se cayó en seguida otra vez por el mismo barranco y con la misma prisa. Borrell era, sin duda, la mejor alternativa de la que disponía el PSOE entonces y por eso mismo lo masacraron. Da mucho miedo pensar en la de mierda que no habrá en la cocina de un partido que tira a la basura filetes como Borrell para poner de menú guisotes tipo Almunia, Díaz, Rubalcaba o Zapatero. Chicote se habría batido las arterias con una minipimer.

La segunda muerte de Borrell ha resultado casi tan triste como la primera. La farsa repitiéndose como historia. Tuvo que renunciar después de ser imputado en el caso Abengoa y de que saltara la noticia de que una inexistente firma británica especializada en compra y venta de divisas le había guindado por internet ciento cincuenta mil euros. Cuesta creer cómo alguien tan brillante -ingeniero aeronáutico, doctor en Ciencias Económicas y catedrático de Matemáticas Empresariales- pudo caer en una burda estafa de internet, pero no era, ni mucho menos, el peor timo que había sufrido Borrell. Antes había creído en Felipe González. Y con él, millones de españoles.

Felipe es otro ejemplo de la falta de consideración que sienten en Ferraz por sus cadáveres. En lugar de conservarlo en su panteón sevillano y sacarlo únicamente en las fiestas de guardar, Felipe sale a torear en cualquier consejo de administración o en cualquier linchamiento público a poco que se lo pida el cuerpo. Que se lo pide mucho. El último linchamiento tuvo lugar en la misma calle Ferraz, comandando a la cuadrilla de espontáneos que saltó al ruedo para apuntillar al último secretario general elegido democráticamente en unas elecciones. En el PSOE la democracia sienta peor que una cena navideña de empresa, se atragantan con los resultados y luego el empacho se alarga meses.

Sin embargo, aquel muerto, Pedro Sánchez, todavía se resiste a ser el cadáver en el entierro y deambula cual alma en pena por las catacumbas del partido. Para unos, es un enviado divino, un Niño Jesús renacido después de que lo crucificaran; para otros, un oportunista y una oportunidad perdida y para la gestora, el Anticristo. Entre el sanchismo y el susanismo anda el patio ferratino lanzándose envenenados dardos, unos abriéndose la cabeza a otros y otros rebañándoles los hígados a unos, sólo que aquí no se sabe muy bien cuáles son los muertos y cuáles los vivos. Quiénes están más podridos, de eso no cabe duda alguna. ¿No les parece bochornosa, hilarante y ridícula la estúpida «secundaria» sede en la calle Ferraz, queriendo aglutinar a los oponentes de la gestora con absoluta nocturnidad? No pude evitar la carcajada cuando en televisión nos mostraron a un señor, como si fuera un delincuente, tapándose la cara y con espátula y disolvente en mano borrando las siglas del Partido Socialista. Yo creo que al PSOE les han echado un mal de ojo. Hasta les toca la lotería y la que se arma?

Poco podrían aprender de los de Unidos Podemos, que si salen indemnes de ésta van a tener que rebautizar la agrupación como Unidos Podemos Matarnos. Eso sí, ellos cuando montan un pollo interno se degüellan al estilo evangélico, con abrazos de buena voluntad, sonrisas angelicales, mucho amor, mucho cariño y muchos besos de Judas. Les ha nacido un Errejón como un orzuelo, y en vez de oro, incienso y mirra, de regalo le han traído una cruz y unos clavos.

Podemos cada día puede menos porque cada día se parece más a lo que tanto denostó: las mismas puñaladas traperas, el mismo egocéntrico liderazgo y lo de siempre. O sale lo que yo digo, o me voy. Luego se arrepiente y pide perdón por el lamentable espectáculo, pero dejando bien clarito que en ese terreno manda él.

En fin, lo habitual: los cuchillos volando y enterrando a toda prisa a los cadáveres políticos por las cunetas de sus Asambleas. Pese a engañosas apariencias, son lo mismo: yo, yo, yo y luego los demás.

Lo siento, señores de Podemos, no habéis aportado nada nuevo ni fresco. Seguís con los mismo tics de los otros partidos.