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El motor español ante la "era Trump"

La industria española de automoción asentada en México y Estados Unidos (EEUU) vive con expectación e inquietud estos primeros días de la "era Trump".

Aun cuando falta una semana para su toma de posesión como presidente de la primera potencia mundial, sus amenazas a los fabricantes de coches con actividad industrial en México para que abandonen el país latino e inviertan en EE UU -o de lo contrario tendrán que pagar unos aranceles de hasta el 35% si quieren vender en suelo estadounidense- ya han reconducido inversiones por valor de más de 11.100 millones de euros de grupos como Ford, Fiat Chrysler (FCA) o Toyota.

Las nuevas reglas de juego que pretende imponer Trump no solo afectan a los fabricantes de coches instalados en México, sino a toda la industria de componentes y equipos, empresas auxiliares e ingenierías que acompañan a estos OEM (Original Equipment Manufacturer) en cada proyecto y que son responsables de más del 70% del valor final del vehículo. Y en ese eslabón de la cadena de valor de la industria del motor, España es líder con multinacionales de la talla de Gestamp, Grupo Antolín, CIE Automotive y Ficosa, entre otras. Solo en Norteamérica hay más de cuarenta fábricas y centros de ingeniería de capital español, con decenas de miles de trabajadores..

La mayor pérdida de la ³era Trump² para el sector sería abandonar México -la exportación de componentes desde España a EE UU es testimonial-, uno de los países en los que más ha crecido la fabricación de automóviles en los últimos cinco años. Solo en la región de El Bajío, conocida como el Detroit azteca, hay una veintena de ensambladoras que venden el 80% de su producción en el mercado estadounidense. Las empresas españolas han concentrado sus inversiones en México para apoyar proyectos que ahora se están quedando en agua de borrajas, como la nueva planta de Ford en San Luis de Potosí, y que ha sido cancelada tras las presiones del presidente electo norteamericano.

Ante esta situación, la industria española subraya la importancia del tratado de libre comercio (NAFTA, en sus siglas en inglés) entre México, EE UU y Canadá, y pide prudencia y tiempo para ver cómo evoluciona el Trumpence. Sin ninguna duda, un sector tan internacionalizado y competitivo como éste sabrá adaptarse a esta nueva realidad y hacer de la necesidad, virtud.

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