En efecto, afinados lectores, el enunciado del artículo esconde una insoportable ucronía más propia de formaciones independentistas siempre dispuestas a darle la vuelta a sus historias, que de gente que respeta la Historia. Por tanto, si los Reyes Magos no hubieran sido reyes seguramente habrían sido presidentes de alguna república bananera a punto de separarse de sí misma, maestros obradores de roscones de reyes llenos de luminosas «esteladas», mercaderes de camellos usados o inventores de cláusulas suelo, por aquello de la magia que encierran. Pero hete aquí que los sueños imposibles, además de conducir a la lóbrega melancolía y a la dispepsia intelectual, solo existen en las mentes infantiles, las afectadas por el llamado síndrome de Peter Pan. De ahí que sea lógico que el independentismo catalán pida a los Reyes Magos de Oriente el advenimiento de la República Catalana de Occidente. Por eso en la cabalgata de Melchor, Gaspar y Baltasar regalarán a los niños y niñas (solo los buenos) banderitas esteladas para rogarle a Sus Majestades independencia?de criterio, «i presume», Dr. Livingstone. Ya ven, queridos pajes y pajas reales, que el jinete del independentismo cabalga a lomos de tiernas ucronías y pueriles oxímoron. ¡A quién se le ocurre pedir a los reyes que te traigan una república -con el riesgo de dejadles sin trabajo- por muy magos que sean! Y luego dicen que el pescado es caro. Menos mal que ahora llega el amigo Donald Trump a la presidencia de EE UU y así, entre republicanos (por no hablar de ciertos peinados imposibles, reparen en el de Puigdemont), seguro que se entienden mejor. Y si no se aclaran con Trump, pese a los peinados convergentes, pueden dirigirse al Tribunal Constitucional de Alemania y pedir consejo. Aunque les conviene saber que acaba de rechazar un referéndum separatista en Baviera solicitado por unos independentistas vestidos de tiroleses. Pese a que Alemania sea un donnadie europeo la decisión de su Constitucional hace reflexionar de cómo se las gasta Europa en casos similares, por más folclóricos que se vistan los independentistas.

El uso de los medios y los poderes públicos en Cataluña empieza a ser preocupante, si no lo era ya. A la soflama independentista de la Asamblea Nacional Catalana (ANC por sus siglas en español) y de Ómnium Cultural llamando a asistir a la cabalgata de los Reyes Magos preñados de esteladas, se suma, «avec plaisir», TV3, independiente e imparcial cadena de televisión pública catalana que retransmitirá el desfile rememorando los viejos tiempos del NO-DO. Pero hay más, el propio «Govern» avala la cabalgata de Reyes separatista como si en Cataluña solo vivieran y murieran independentistas, como si la inmigración (andaluza, murciana, extremeña, gallega, manchega) que hizo posible una Cataluña próspera -en castellano, por cierto- no tuviera el mismo derecho a ser representada sin partidismos. Y son los mismos y las mismas que se quejan del uso de otras televisiones públicas alegando su falta de independencia y objetividad mientras callan miserablemente en estos casos. Un pesebre repleto y bien agradecido. En fin.

Vivimos tiempos difíciles, rodeados de una cultura del buenismo cobarde y ventajista, en el abismo de una supuesta y beneficiosa multiculturalidad que mira siempre hacia el mismo lado, equiparando religiones, culturas y sociedades ancladas en la Edad Media que se caracterizan por su desprecio más absoluto a los derechos humanos, a los derechos de la mujer, a los derechos de los homosexuales, a las minorías religiosas, a los regímenes democráticos; vivimos en un mundo donde casi nada es lo que parece, por eso, cuando alguien pretende defender lo que considera justo es inmediatamente tachado de reaccionario, fascista, retrógrado, xenófobo y racista; ese difícil y oscuro mundo está cada vez más cerca de nosotros, pero, incomprensiblemente, en vez de reivindicar frente a él el triunfo de la democracia, la libertad y los derechos humanos, nos aquietamos cobardemente.

Por eso no causa extrañeza que el yihadista Ahmed Bouguerba, condenado por la Audiencia Nacional a tres años y medio de prisión por autoadoctrinamiento relacionado con el terrorismo islámico, siga cobrando del Gobierno vasco 875 euros al mes al ser considerado persona con riesgo de exclusión. ¿Cómo lo ven? ¿Llamamos a los Reyes Magos para que expliquen el milagro? Y todos y todas callados para que no les tachen de xenófobo o islamófobo. En esa misma línea de cobarde silencio hemos sabido que el diseñador de moda turco Barbaros Sansal fue brutalmente linchado en el aeropuerto de Estambul por varios trabajadores que lo estaban esperando cuando lo traían detenido desde Chipre. El juez ha decretado su ingreso en prisión por criticar al Gobierno turco y a grupos religiosos islámicos. Sansal se ha caracterizado por defender los derechos de las mujeres y de los homosexuales en su país. No es la primera vez que le agreden por ser homosexual. Por cierto, ¿también los empleados del aeropuerto son una minoría radical, lobos solitarios? ¿Han visto ustedes dos a representantes del feminismo de salón o de colectivos gays españoles y europeos protestar contundentemente, manifestarse contra este infame atropello? No; ni lo verán. Se necesitarían muchos Reyes Magos para que un milagro así se produjera.