Parece que no, pero quienes utilizamos un calendario de papel en casa -el mío es de CRC- hemos retirado el que terminaba en 16 y hemos «colocao» uno que acaba en 17. Y, entre tirios y troyanos, dimes y diretes, fas y nefas, gitanitos y morenos (Gato Pérez), hemos cambiado de año. Hace poco, relativamente poco, estrenábamos un «año par» con el que nos marcábamos determinados retos y para el que hacíamos las mismas promesas de años anteriores -ir al «gym» para bajar esos kilitos que creemos que nos sobran, sin tener en cuenta que a mucha gente le puedan gustar nuestras redondeces, dejar de fumar, etc..- y que, lo que son las cosas, como casi nunca las cumplimos, son los mismos que los que nos hemos propuesto para el recién estrenado «año impar».

Pero lo que -bajo mi modesto, discutible y criticable punto de vista, ¡faltaría más!- una de las cosas que más nos debe preocupar, sobre todo a quienes hemos vivido y vivimos de cerca la imagen y la obra de Miguel Hernández, es que los que se dedican a «la cosa pública» -vamos, los políticos de turno- cumplan sus promesas. En ese sentido, hace unos días que ha arrancando el año en el que se conmemora el 75 aniversario de la muerte del oriolano más universal y todo el mundo parece estar de acuerdo en que hay que organizar actos -y en ciudades que tuvieron que ver con él, Orihuela, Elche, Cox, Alicante, Madrid, etc? - para ensalzar, todavía más si cabe, a uno de los literatos más prolijos de las letras hispanas. ¡Será una buena oportunidad para enmendar errores que se cometieron -aunque hubo muchos aciertos- en su centenario!.

Lo que más nos debe preocupar es que la «incultura» de quienes nos desgobiernan -y no me refiero a nadie en especial, ni oriolano ni forastero- mediatice a los organizadores y les lleve a meter la pata hasta el corvejón, dejando al descubierto unas carencias que, en cualquier otra faceta de la vida, pasarían inadvertidas. A mi -y siempre lo he reconocido abierta y públicamente- no me gusta la Ley de la Memoria Histórica, pero no es que no me guste «per se», sino que no me gusta la forma en la que la interpretan algunos de nuestros políticos, mostrándonos sus vergüenzas y eso que la mayoría tiene estudios y se consideran «lo suficientemente preparados» como para dirigir los destinos de muchos españoles -¡el mío creo que lo dirijo yo!- que pasan, o dicen pasar, de lo que aseguran no entender y que, además, se la suda.

¡Vamos a ver almas de cántaro!. Hace poco «se retiró» -dicen que simplemente lo tapiaron- el escudo «preconstitucional» que presidía la fachada principal del edificio que albergaba los antiguos juzgados en Oleza. Y para ello, quienes dicen entender de estas cosas -¡no seré yo quien asegure ser uno de ellos, puesto que reconozco no entender de muchas de las que me permito el «lujazo» de escribir!-, se basaron en la anteriormente mencionada Ley de la Memoria Histórica, ya que se trataba de un símbolo franquista. ¡Vale, admito pulpo como animal de compañía!. Pero, ¡creo que deberíamos ser ecuánimes y no emplear otra Ley, «la del Embudo»; es decir, lo estrecho «pa» ti y lo ancho «pa» mi!. En el Colegio Público -¡y resalto lo de público!- Andrés Manjón, conocido popularmente como «Las Graduadas», existe un escudo «preconstitucional», pero éste es el de la II República. ¡Coño, o «tos» moros o «tos» cristianos!. ¿Es que la Ley que se sacó de la manga el gobierno de Rodríguez Zapatero sólo tiene validez para «unos» y los «otros» tienen que tragar?. En las cunetas de nuestros caminos y carreteras y en las tapias de los cementerios hubo muertos de uno y otro bando y, por ejemplo, Pincelito, ese asesino a sueldo que, según nos descubre el profesor Muñoz Grau, terminó matando por su cuenta y riesgo, ya que le cogió gusto a eso de darle al gatillo, se cargó a un montón de gente por encargo de «los rojos» y a otra que no pintaba nada en la contienda, como fue el caso del abuelo de una prima política mía, que fue asesinado/tiroteado delante de su mujer y sus hijos en la pedanía de La Campaneta.

Pero me preocupa que en el aniversario de la muerte de nuestro poeta cabrero se confundan churras con merinas, porque ¿sabéis cual es la Embajada más antigua del mundo?. ¡La de España en Roma!. Y, ¿sabéis quien la abrió?. ¡Isabel y Fernando, los Reyes Católicos!. Y ¿sabéis lo que hay en el suelo de la entrada del edificio?. ¡El escudo de los citados monarcas!. Y ¿sabéis cómo es ese escudo?. ¡El mismo que había en la facha del edificio de los antiguos juzgados de Orihuela!. ¡Sí, socio, ese escudo es el de los Reyes Católicos, no el de Franco, y es el mismo que hay en la fachada de una iglesia gótica de la que tanto presumimos, la de Santiago!. Y me pregunto, ¿van a cargarse la fachada de la iglesia de Santiago en base a la Ley de la Memoria Histórica?. ¡Empezamos calendario nuevo, pero con vicios viejos; creo!. ¡Empezamos el Año Miguel Hernández; hagámoslo bien!.