Así estamos. A un día de la Nochebuena, los operarios aún se afanaban en colocar la iluminación navideña en Elda. Escasa, dicho sea de paso, comparada con la de las localidades vecinas. Aunque, eso sí, con charangas calle arriba y calle abajo para que veamos lo que el gobierno municipal se preocupa por el comercio local y por «ambientar» estos días señalados. Un servidor se despertó de la siesta a los sones de una canción de Camilo Sesto el 23 por la tarde, y no sabía si se encontraba en plenos Moros y Cristianos o en Fallas. Somos de piñón fijo.

Y es que se conoce que nuestros políticos locales, muy diligentes ellos, han puesto tanto empeño en la fabricación de las linternas simuladoras de antorchas para la bajada de Bolón de este año, que se han olvidado de «las otras» luces. Tanto, que la empresa en principio adjudicataria de la iluminación, harta de esperar, recogió el material que iba a ser instalado al no cerrarse finalmente el proceso de contratación que comenzó demasiado tarde. Nuestro alcalde (ese «public relations» que equivocó la carrera) apareció compungido en una rueda de prensa para explicar que el retraso se había debido a lo «complejo» y «ambicioso» de la contratación. Vamos, que ni el contrato de renovación de Messi. Ah?, se me olvidaba, y a la deslealtad y nosecuantascosasmás del PP. Sin embargo, a decir verdad, esas razones no convencen. Primero, porque los municipios vecinos gozan de una iluminación estupenda desde hace semanas. Y segundo, porque la que finalmente se ha instalado, además de poca, no es precisamente «de concurso».

En realidad, lo preocupante no es tanto la clamorosa e indignante falta de previsión en este asunto, sino que nos encontramos ante un indicio más de la inoperancia del gobierno municipal. Dejando aparte al de Alicante, que es una casa de locos, no conozco otro equipo de gobierno local en toda la provincia tan ineficaz como éste. Ya lo dije en otras tribunas hace tiempo. El problema es de más calado de lo que parece, y lo empezamos a ver en muchos municipios del país. Gobiernos ocupados mayoritariamente por gentes (ya saben, los de la «nueva política» sobre todo) que nunca han trabajado o ejercido otra profesión que no sea «politiquear», que es a lo que yo llamo medrar en política como única ocupación. O ni siquiera eso. Y claro, el resultado salta a la vista.

Alguien me dirá que el Ayuntamiento y los servicios públicos funcionan. Por supuesto. Pero a eso lo llamo yo «inercia administrativa» debida a la labor del funcionariado local. Yo, a lo que me refiero, es a otra cosa. A ver, que me indique alguien alguna medida con enjundia adoptada por el equipo actual, que no sea la de la prohibición de circos con animales salvajes en el término municipal. Nada. Salvo aquello que rodea la celebración de fiestas, todo es llanto y crujir de dientes. Y si no, piensen por un momento en la oportunidad perdida de recabar jugosas subvenciones públicas para los desempleados de la ciudad -oportunidad que han sabido aprovechar nuestros vecinos-; o en la imposibilidad, por segundo año consecutivo, de aprobar los presupuestos municipales antes de que acabe el ejercicio.

Parece que en eso se funda el «nuevo estilo» de gobierno. En la galbana que invade al político mediocre cuando se ha establecido en el poder, sumada a su incapacidad congénita. Así que, queridos paisanos, iluminad vuestras casas lo más posible ya que en la calle estamos como en el tango que evoca el título de esta columna. Eso sí, tranquilos, porque tendremos antorchas simuladas? Y fiestas. Éstas que no falten. Ahora mismo llega San Antón, y todo olvidado. O sea.