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Ritos de paso

Los autogolfos de las robopistas

El bar, la tasca en nuestro país, es algo más que un sitio donde se sirven y consumen tapas, vinos y cañas. También se escuchan, a veces, interesantes conversaciones. Y eso me ocurrió esta semana en Chamberí. Mientras leía el periódico y me tomaba un vermú de grifo, un ingeniero de caminos le contó lo que sigue a un amigo: "Lo que pasó, Eulogio, es que Aznar en el 96 cortó el grifo de las inversiones públicas en infraestructuras. Entonces, los de las constructoras, se fueron a ver al ministro de fomento, Arias Salgado y le pidieron ayuda. Esta consistía en que aprobara un plan de construcción de autopistas de peaje, las llamadas radiales de Madrid. El Estado no ponía un duro, las constructoras lo pagaban todo con unos créditos que les concederían los bancos en función de las previsiones de tráfico. Las previsiones, claro, se hicieron al alza, un alza estratosférica que no se creía nadie. A la par, unos cuantos despachos de abogados vieron un filón con las expropiaciones de terrenos: presentaron demandas y las fincas que había que expropiar multiplicaron su valor y encarecieron la construcción de las radiales. Después a Cascos le gustó tanto el asunto que hizo un par de autopistas en el mediterráneo. La única condición que le pusieron las constructoras al ministro fue que, en caso de que no se cumplieran las previsiones de tráfico, el gobierno de España se haría cargo de las autopistas y pagaría de golpe su coste. Las disparatadas previsiones no se cumplieron, como era de esperar. Y ahora toca pagar, nos toca pagar a todos. Así de sencillo." El tal Eulogio se quedó tan pasmado como yo. O sea que el asunto es así de simple, los avispados dueños de las grandes constructoras nos han robado con la connivencia de unos cálculos de tráfico falsos, que se hicieron en el ministerio de Fomento, y la colaboración necesaria de entidades financieras y despachos de abogados de mucho ringorrango. Eulogio le contestó al ingeniero: "Pues al nuevo ministro, de la Serna, que parece serio y responsable, solo le queda una cosa, sencilla pero firme: hacer pública la lista de los ladrones, porque pagar vamos a pagar pero al menos podremos señalarlos con el dedo." Pensé igual que Eulogio. Señor ministro de la Serna, díganos quiénes fueron, cuánto se llevaron y cuánto se van a llevar. Tendremos una pequeña satisfacción y usted quedará muy bien, con nosotros, claro.

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