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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Ladran, luego cabalgan

Saco a Pepe. Nuestro hijo ha salido de los límites provinciales, por diferentes cuestiones prefería no llevarlo y ha pedido que nos lo quedáramos. Se trata del primer fin de semana que pasa con los abuelos. Pepe se adapta a lo que le echen. Lo recogió la ex de un albergue y, cuando la convivencia tocó a su fin, Pepe disfruta de la custodia compartida. Ya hay pasajes en los que ésta se decreta y existen secciones especializadas en grupos de abogados. En este caso no hubo que llegar a los juzgados donde, a la hora de tratar pleitos, los defensores de una auténtica revolución acaecida en los últimos años esgrimen que «no se puede asimilar a la relación con los hijos, pero que tampoco es que sea un mueble». Pepe, como su propio nombre indica, solo es un perro por apariencia y porque ladra, aunque menos que algunos portavoces de conocidas organizaciones, ya que por lo demás...

Había pasado apenas una hora desde que el niño cogió el petate, sin tiempo casi para desembarcar, cuando estaba llamando: «¿Como está? ¿Ha hecho algo? Dadle solo arroz, por favor, que no andaba muy allá y ha amanecido regulín». Fue la primera de unas cuantas. De haber sido su padre, humano en ocasiones, el que hubiese pillado un constipado de esos que dejan a uno más p'allá que p'acá, porque ya saben cómo se las gastan los del sexo que no es el débil, seguro que se le habrían pasado las horas sin darse cuenta.

Claro que, la culpa de todo, de sobra se sabe quiénes la tienen. Fui yo en esta ocasión quien heredó del progenitor el pavor a los chuchos y quien se lo encasquetó a la descendencia. Y por eso, en cuanto hubo el primer resquicio, el que también se presentó con un cachorro cuando los críos igualmente lo eran, a fin de erradicar ese miedo enfermizo que los dejaba más vulnerables ante al mundo animal, dentro del irracional espíritu de súper protección tan propio de la raza. Da la impresión de que al menos este propósito se ha logrado. Ahí está Pepe en primer plano y no hace falta que les diga quién es el último mono.

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