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Marc Llorente

Apuntes afilados

Marc Llorente

Inocentadas todo el año

El Fondo Monetario Internacional nos desea felices Pascuas por nuestra impresionante recuperación económica y vigorosa creación de empleo. Parados y trabajadores brindan con gaseosa y desean que las medidas adoptadas continúen aportando confianza a unos y desconfianza a la mayoría en función del orden establecido. Los ángeles de la guarda del FMI cumplen su celestial misión señalándonos que hace falta proseguir con las reformas y reducir el déficit. El grueso del pelotón vuelve a brindar de rodillas y asume que se revise la eficiencia del gasto en educación y sanidad. El sistema bancario sale lentamente de los efectos de la crisis, y el personal levanta la copa vacía sin burbujas. Los bancos deben fusionarse para aumentar su eficacia, así como la ciudadanía no debe rechistar en pro de la economía española, muy vulnerable a esas perturbaciones exteriores cuyas directrices señalan un camino de penitencia a los sufridores habituales. La directora de este organismo financiero, Christine Lagarde, que ruega por nosotros, pecadores, envía sus saludables indicaciones desde el banquillo de los imputados. Está acusada por desvío de fondos durante su etapa como ministra de Economía de Sarkozy. «No soy en absoluto culpable de ningún tipo de negligencia», afirma Lagarde, sintiendo el aliento sin fisuras del Fondo Monetario. Otra pobre víctima que cuelga monigotes en las espaldas débiles, adelantándose a los Santos Inocentes, efeméride que dura todo el año y que más de uno practica por cortesía de la casa. Pero la gente también sufre hastío. Militantes del PSOE tachan a la gestora de «ilegal» y reivindican participación, un partido de izquierdas. La convocatoria inmediata de primarias y un congreso federal. Mientras, la costurera Susana Díaz cose el traje, sin hilo ni aguja, después de contribuir a descoserlo. «Voz y voto de la militancia» vuelve a reclamar el exlíder Pedro Sánchez. Redefinir el proyecto socialista con una dirección elegida por las bases. Y buenas relaciones con Podemos, confrontado actualmente, para contrarrestar a los populares. Obsequio de un empresario investigado por tráfico de influencias, el presidente Feijóo bebe vino e invita a agua.

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