No me considero feminista; progre, según a qué político se le pregunte, sentido del humor no creo que me falte y huyo de las causas inquisitoriales. Solo soy una mujer a la que le parecen muy desgraciadas algunas de las afirmaciones del humorista alicantino Jorge Cremades. Ni siquiera las considero machistas. El término se le queda corto, es una barbaridad en boca de una persona a la que por su trabajo creativo le suponía una visión más racional de la vida. Asegurar, fuera de los escenarios, que «hay estadísticas que dicen que realmente hay más violaciones a hombres que a mujeres, y de eso no se habla» simplemente es una mayúscula tontería y no hay contexto que lo justifique, ni en las cárceles ni en las discotecas ni en los sanfermines. Tampoco hay documento veraz alguno que respalde semejante insensatez. El humorista pide perdón, le honra si es de corazón, pero se lamenta de sus palabras tras suspender el Ayuntamiento de Elche su actuación, antes no. Cada vez con más frecuencia, olvidando su proyección pública y que son ejemplo para sus admiradores, nos encontramos con youtubers que banalizan sobre violaciones, acoso escolar, violencia de género, y hay hasta quien niega el holocausto judío. Hay demasiado sufrimiento detrás de todo esto como para no tomárselo en serio. Cremades, a quienes sus seguidores ponen ahora en las redes sociales como un mártir de la libertad de expresión, es responsable de sus actos y de sus palabras. ¿Hay que lincharle? No. Es libre de opinar como considere, pero debe aceptar las consecuencias de sus afirmaciones, que en este caso es la suspensión de la función por parte de la concejal de Cultura ilicitana, Patricia Maciá, quien no ha mirado para otro lado y ha tenido presente la afirmación de Edmund Burke de que «lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada». Ella ha optado por hacer algo. Tras oírle en declaraciones a Radio Elche no pude evitar sentirme orgullosa de que con dinero público no se pague a quien realiza comentarios vejatorios sobre mujeres, homosexuales... Quizá esta decisión del equipo de gobierno de Elche tenga más influencia que las campañas y las verborreas políticas que se lanzan contra la violencia de género. Los hechos, y el ejemplo, siempre son mejores que las buenas palabras.
