El tiempo pasa, el mes de diciembre ya nos alcanzó y, como cada tres años desde el 2000, PISA ha vuelto a llamar nuestra atención con el rendimiento académico de los alumnos españoles de 15 años, con viejas lecturas de los resultados de nuestros escolares y la búsqueda consiguiente de explicaciones de los mismos, al tiempo que fluyen valoraciones contrarias a lo que representa PISA.

Las siguientes reflexiones pretenden contribuir a entender mejor algunas de las cosas que pasan en nuestra educación a propósito de PISA, al tiempo que comentaremos algunos de sus resultados.

1ª) Comenzaré por aclarar qué es PISA y para qué puede servir. Utilizando las palabras de A. Schleicher, subdirector de la OCDE para temas educativos: «PISA evalúa hasta qué punto los estudiantes de 15 años han adquirido conocimientos y habilidades clave que son esenciales para su plena participación en la sociedad moderna. La evaluación, que se centra en la lectura, las matemáticas, las ciencias y la resolución de problemas, no solo establece si los estudiantes pueden reproducir lo que han aprendido; también examina su capacidad para extrapolar lo que han aprendido y aplicar dicho conocimiento en ámbitos desconocidos, tanto dentro como fuera del centro escolar. Este enfoque refleja el hecho de que las sociedades modernas recompensan a los individuos no por lo que saben, sino por lo que pueden hacer con lo que saben».

Al mismo tiempo, «los resultados de PISA revelan lo que es posible en la educación al mostrar lo que pueden hacer los estudiantes de los sistemas educativos de mayor rendimiento y que más rápidamente están mejorando. Los hallazgos permiten a los responsables políticos de todo el mundo (?) aprender de las políticas y prácticas aplicadas en otros sitios».

2ª) A continuación, sería pertinente desvelar las claves de los niveles de rendimiento en PISA, a fin de entender adecuadamente las puntuaciones medias de cada país en cada competencia evaluada. PISA 2015 define siete niveles de rendimiento, desde el más avanzado (nivel 6) al más elemental (nivel 1b). En Ciencias-2015 la puntuación límite inferior equiparable a Suficiente (nivel 2 PISA) se situó en 410 puntos, similar a los umbrales de puntuación para Matemáticas y Comprensión Lectora. Por debajo de esta puntuación quedarían los niveles 1a y 1b, considerados como Insuficiente. A partir de 484 puntos (nivel 3) se considera la puntuación como Bien. El nivel 4 (Notable) comenzaría a partir de 559 puntos, y los niveles 5 y 6 (a partir de 633 y 708 puntos, respectivamente) corresponderían a Sobresaliente. Es decir, España, con una puntuación media en Ciencias de 493 (496 en Comprensión Lectora y 486 en Matemáticas), se sitúa en un nivel de Bien, al igual que el promedio de la OCDE y de la UE, junto a Finlandia y Singapur (el país top en PISA 2015). Visto así, ¿a que no parece tan mal? No obstante, algunas Comunidades Autónomas obtienen puntuaciones medias de nivel 2 (Suficiente), destacando la circunstancia de que nuestra Comunidad, que participaba por primera vez con muestra ampliada, ha obtenido una puntuación media de Bien (nivel 3) en las tres competencias evaluadas, exactamente igual que la media de España.

3ª) Otra reflexión interesante sería constatar el porcentaje de alumnos con resultado Insuficiente (niveles 1a y 1b) y Sobresaliente (niveles 5 y 6). PISA 2015 concluye que el 18% de los escolares españoles examinados muestra un nivel de Insuficiente en Ciencias (el 16% en Comprensión Lectora y 22% en Matemáticas), datos algo mejores que los promedios de la OCDE (21%, 20% y 23% respectivamente) y/o de la UE (20%, 19% y 22%). En cuanto al porcentaje de Sobresalientes, España con el 5% en Ciencias (el 6% en Comprensión Lectora y el 7% en Matemáticas), se situaría un poco por debajo del promedio de la OCDE (el 8%, e 8% y 10%, respectivamente) y/o de la UE (8%, 9% y 11%).

4ª) Abundando en la reflexión anterior, resulta imprescindible valorar el porcentaje de alumnos repetidores, y su impacto, en la prueba PISA 2015. Así, el 31% de los estudiantes españoles que participaron en las pruebas de ese año eran repetidores, frente a un 15% de la UE y un 12% de la OCDE. Por otro lado, sabemos que la puntuación media de los alumnos españoles no repetidores fue de 540 (un nivel 3-Bien), y de 425 (un nivel 2-Suficiente) la de los repetidores. Además, el 58% de los repetidores aprueba las pruebas PISA en 2015. Unos datos que debieran hacernos reflexionar acerca de la pertinencia de mantener esa estúpida medida educativa de otro tiempo que conocemos como repetición; no en vano, además de ser el principal predictor del abandono educativo prematuro, resulta inútil, cara y arbitraria. Si el 58% de los repetidores acredita un nivel 2 de PISA (Suficiente), ¿por qué, y para qué, están repitiendo?

Esas dos cuestiones, el exagerado número de repetidores a los 15 años (insisto, el predictor más seguro del elevado abandono educativo prematuro en España) y el exiguo número de alumnos con resultados excelentes constituyen las dos conclusiones más preocupantes de PISA 2015 para la educación española; dos conclusiones que deben hallar respuestas adecuadas en el Pacto Educativo para esa nueva Ley que necesita la Educación Española, a fin de lograr que ningún alumno se quede atrás, y ningún talento se malogre.