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Mariola Sabuco

La pensión

Mi abuela, una mujer de otra época, siempre animaba a sus nietas a trabajar para que el día de mañana tengais una pensión. Como tantas otras mujeres de su tiempo, trabajó como la que más y desgraciadamente no vivió lo suficiente para ver en su vejez lo que para ella significaba prosperidad y reconocimiento al trabajo de toda una vida: el actual sistema de pensiones, que agoniza de tal manera hoy que mi generación da por hecho que las únicas prestaciones que se cobrarán en el futuro serán las de los planes de pensiones que cada cual haya suscrito según sus circunstancias, y que también se han visto mermados notablemente por los avatares de la Bolsa en estos últimos años. En estas circunstancias, la iniciativa de la Seguridad Social de poner en funcionamiento ayer mismo un nuevo simulador para que calculemos la pensión que nos correspondería en el futuro parece una broma de mal gusto. Mientras los políticos, los sindicatos y los gurús económicos aseguran que el sistema es insostenible y que hay que optar para mantenerlo por fijar impuestos con lo que los asalariados pagarían dos veces: a través de sus nóminas y de los tributos, se quiere olvidar la responsabilidad de quienes han permitido durante los últimos ocho años el uso del dinero de la caja de las pensiones para realizar pagos de gasto corriente al objeto de mantener una cierta ilusión de recuperación económica. Es evidente que la esperanza de vida es alta, que fallecer a los 70 años hoy es morir joven, pero también es cierto que apenas se ha hecho algo para evitar el fraude en las pensiones. ¿Por qué no se calcula en este país la pensión en función de los años trabajados y lo cotizado con independencia de si te jubilas a los 60 , a los 65 o a los 67? Los 15 años mínimos de cotizaciones provocan ahora injusticias como que trabajadores con 34 años cotizados pero despedidos con 50 años cobran la pensión mínima, la misma que quien solo ha cotizado lo mínimo y el resto de los años ha trabajado sin contribuir a la caja común. Con un sistema como el de los países nórdicos es difícil encontrar dos pensiones iguales pero los ciudadanos procuran contribuir lo máximo y durante el máximo tiempo posible. Mi abuela no disfrutó de una sanidad ni una educación universal. Para ella, el estado del bienestar se resumía en que un trabajador tuviera en su vejez una pensión, algo que parece estamos a punto de perder.

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