Del 18 al 26 de noviembre tuve el gozo de acompañar a los monjes de Viaceli en los ejercicios espirituales. Como en otros monasterios que he visitado, también en esta abadía cántabra he encontrado unos monjes valencianos, concretamente al hermano Rafael Mira, nacido en Almoradí y al hermano Pepe Bermell, de València.

El H. Rafael Mira Franco nació en Almoradí en 1934 y después de pasar por el Seminario de Orihuela, ingresó el 1962 en esta abadía cisterciense situada en la villa de Cóbreces, en la costa del Cantábrico, entre las poblaciones de Santillana del Mar y Comillas. De mirada apacible y de aspecto sonriente, el H. Rafael Mira me comentó que en su bautizo sus familiares le dijeron al cura: «Échele bastante agua para que salga buen cristiano», como así ha sido. El H. Rafael, al que de pequeño, como me dijo, le llamaban Rafaelito, vive en Viaceli, ahora en su ancianidad, entregado a la oración y a la vida fraterna.

La abadía de Viaceli, que es una fundación del monasterio de Santa María del Desierto, en Francia, nació el 1909 con el Breve de Erección Canónica del papa San Pio X. Fue el 1912 cuando un grupo de monjes, con el P. Manuel Fleché como superior, hicieron votos de estabilidad, comenzando de esta manera la vida monástica cisterciense en Cantabria.

El origen de esta abadía tuvo como mentor al monje valenciano, P. Cándido Albalat Puigcerver, abad de Santa María del Desierto, nacido en Xàtiva el 1854, que fue el que aceptó el legado de los hermanos Manuel, Antonio y Valentín Quirós, para fundar un monasterio, con la misión de dirigir un Instituto Agrícola para formar a los jóvenes en las tareas del campo. Fue el año 1904 cuando comenzó la construcción del Instituto y el 1906 la iglesia y el monasterio para los monjes. El 1920 el monasterio fue erigido en priorato y en 1926, en abadía, de la que el P. Manuel Fleché fue su primer abad. El 1936 diversos monjes sufrieron martirio por su fe en Jesús, entre ellos los PP. Vicente Pastor Garrido, nacido en València i Juan Bautista Ferrís Llopis, nacido en Algemesí, ambos el 1905.

Los monjes cistercienses de Viaceli son, en medio de la sociedad, testigos de esperanza y de fraternidad, de comunión y de reconciliación. Estos monjes con los que he convivido una semana larga, son centinelas de la noche, ya que en la oración ya anuncian la luz de un nuevo día. Los monjes de Viaceli, como el H. Rafael Mira, son testigos de la gratuidad del amor de Dios y artesanos de paz y de alegría. Y es que el monasterio es un lugar de espera y de búsqueda de Dios. Por eso estos monjes buscan a Dios en la simplicidad, la sobriedad y la sencillez de vida, a través de la oración, que es el centro de la vida comunitaria y del trabajo, así como también en la acogida fraterna de huéspedes.

Como dijo Ambrosio Southey, «el amor incomprensible con el cual Dios nos ama gratuitamente, está en la raíz de la vida monástica». Y por eso mismo «la vida monástica es en la Iglesia, un testimonio de la gratuidad del amor».

La vida fraterna que he podido conocer en Viaceli, es una imagen del amor trinitario de Dios. Y es que en un clima de silencio, cada monje de Viaceli se abre a los otros hermanos desde el corazón, y por eso estos hombres de Dios son capaces de percibir mejor, la tristeza de una actitud o la alegría de una mirada.

Desde las Vigilias, a las 4,30 de la madrugada, en el corazón de la noche, hasta las Completas, a las 9 de la noche, pasando por la oración de Laudes y la Eucaristía, Tercia, Sexta, Nona y Vísperas, los monjes de Viaceli se unen a la acción de gracias de la Iglesia en la liturgia que celebran con gozo. Además, la Lectio Divina o lectura orante de la Palabra de Dios que llega al corazón, va impregnando a estos hombres que, en comunidad, viven unidos en la alabanza a Dios. Las comidas en silencio, escuchando un texto apropiado que alimenta el espíritu, ayuda a estos monjes a vivir atentos a Dios y también a los problemas y a las esperanzas de nuestro mundo.

El trabajo en la hospedería, acogiendo a los huéspedes y el que estos monjes realizan en la fabricación artesanal de queso, hace de estos hombres centinelas en la noche y buscadores de Dios.

La abadía de Viaceli, en 1930, dio vida monástica al histórico monasterio de Santa María de Huerta, en Castilla León y el 1966 al de Sobrado de los Monjes, en Galicia. Y todavía, el 1987, estos monjes hicieron una fundación en la República Dominicana.

Utilizando una idea del monje Thomas Merton, el abad actual de Viaceli, el P. Alejandro Castro, ha escrito que «lo que se nos pide actualmente a los monjes, no es tanto hablar de Cristo, como dejar que Él viva en nosotros, para que la gente pueda encontrarlo sintiendo como vive en nosotros».

Conocer Viaceli y pasar unos días con estos monjes cistercienses, ha sido para mí una gracia, ya que he podido compartir con ellos la oración, el silencio y la fraternidad, en una comunidad de buscadores de Dios.