Apenas unos días después de celebrar el día Internacional Contra la Violencia de Genero, vuelven a ver la luz las declaraciones que el alcalde de Alcorcón realizó durante el desarrollo del VI Congreso Nacional de Educadores Católicos. El mencionado congreso que ese año se realizó bajo el lema: La mujer contracorriente, un baluarte en la educación, se celebró en abril del 2005 en el citado municipio madrileño. David Pérez alcalde y diputado por el Partido Popular, junto a otras personalidades, abrió el cónclave y en un arranque de chulería y sinceridad, sintiéndose arropado y con la sensación del confort que da el hallarse rodeado de amigos, largó por su boca lo que su pensamiento y conciencia le dictaban. Ni corto ni perezoso arremetió como un energúmeno contra el movimiento feminista tachándolo de rancio, radical y totalitario, definiendo a las mujeres feministas como frustradas, amargadas, rabiosas y fracasadas como personas que vienen a dar lecciones e imponer sus ideas. Crecido en su verborrea el aún regidor y militante del PP, sentenció señalando que el aborto convierte el cuerpo de una mujer en una sala de ejecuciones; ni más, ni menos.

Durante las décadas de los 70', 80' y los 90' según revelaba el CIS, una de las máximas preocupaciones de los españoles era el terrorismo de ETA; lógico cuando entre 1968 y 2010 la banda terrorista había asesinado a 829 personas. El mismo CIS, en julio de 2015, ponía de manifiesto que sólo al 0,4% de los españoles le preocupaba la violencia contra la mujer a pesar de que entre 2003 y el 2016, en apenas trece años, 866 mujeres han sido asesinadas por sus parejas. Igual que se crearon leyes para luchar contra la banda terrorista, para acabar con el calvario de muchas mujeres, el 28 de diciembre de 2004 vio la luz, la ley orgánica denominada «Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género». Con el paso del tiempo y a pesar de algunas revisiones, la ley no deja de ser un fiasco, un tropel de buenas intenciones y nada funcional. Una ley que no es capaz de actuar con contundencia contra personajes cavernarios como el señor Pérez que en público defiende postulados machistas, misóginos y casposos. Una ley incapaz de proteger a 18 mujeres, de las 45 asesinadas en el presente año, que habían denunciado a sus ejecutores. Una ley que sabiendo que todo apunta a un problema educacional, es incapaz de implicarse en currículos de los centros educativos. Resumiendo, una ley con apenas dotación económica, poco práctica, que genera desconfianza y cuya única virtud es la de lavar conciencias para que nuestros políticos, nuestros dirigentes puedan seguir diciendo «hacemos los que podemos». Mientras miran hacia otro lado ignorando el día a día de las mujeres que viven con una diana en el pecho y sabiendo como saben que ni la ley, su ley, ni la justicia podrán evitar, ni siquiera retrasar su muerte.

Cuando el CIS nos arroja a la cara que sólo a uno de cada doscientos españoles considera la violencia contra la mujer como un grave problema en la sociedad española es cuando deberíamos preguntarnos si la violencia de genero realmente nos preocupa o sólo es una verdad incómoda, compleja y cara que no sabemos cómo atajar sin coste económico.

Y mientras nos lo cuestionamos la sociedad española chicas y chicos, jóvenes y no tan jóvenes, siguen abrevando de estereotipos machistas.

Y así mientras se siga pensando que una chica con minifalda está provocando, que los celos, la posesión y la dominación son valores normales en una relación, mientras aplaudamos a un chico por tener varias relaciones sexuales y menospreciemos a una chica por hacer lo mismo, mientras mantengamos y fomentemos las equivalencias de hombre-el fuerte y mujer-la débil y mientras nos sintamos obligados a ser paritarios seguiremos siendo una sociedad machista que como bien sabemos no sale gratis, nunca debemos olvidar que el machismo sigue asesinando.