El pasado 19 de noviembre desde arquitectespelpaisatje, agrupación del Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana, organizamos una jornada didáctica sobre el Camp d'Alacant. La salida comenzó en el pantano de Tibi, una infraestructura clave para el desarrollo de l'Alacantí durante los últimos 400 años. La idea de levantar la faraónica pared de piedra fue alumbrada por Pere Esquerdo, un ciudadano de Mutxamel, de profesión molinero, que en 1579 propuso la construcción de una presa que controlaría las aguas del río Monnnegre, empleadas para regar nuestra huerta desde tiempos inmemoriales. La obra quedó definitivamente acabada en 1594. Fue supervisada por los más importantes ingenieros y arquitectos de la corte de Felipe II. El embalse propició el periodo de mayor esplendor de l'Alacantí, gracias a la creación de un paisaje cultural vinculado a la agricultura, del que todavía conservamos un impresionante legado patrimonial. Junto a los campos, acequias y caminos floreció un rico conjunto de torres defensivas, ermitas, villas y casas de labranza, convertidos durante el siglo XIX en el símbolo de la oligarquía alicantina.

La jornada de arquitectespelpaisatje continuó por la Condomina, donde pudimos comprobar el lamentable estado que presenta nuestro campo. Las fértiles tierras del Camp d'Alacant son actualmente un erial arrasado. La desolación no afecta únicamente a Alicante. Mutxamel, Sant Joan d'Alacant o El Campello, también cuentan con importantes villas y campos sumidos en el más absoluto olvido y prácticamente en ruina. Muchas son las causas que explican este estado crítico. La falta de mantenimiento del pantano, junto con el vertido de depuradoras en el embalse, provoca que sus aguas no sean aptas para el riego. A esto se suma la incontenible presión urbanística, el abandono de infraestructuras de riego o la escasa rentabilidad agrícola.

Si creemos que Alicante tiene que seguir ahondando en la revisión de su modelo turístico, resulta imprescindible que dejemos de mirar exclusivamente al mar y a la ciudad. Debemos reconstruir en nuestro imaginario colectivo el papel que ha jugado la Huerta alicantina, devolviéndole un rol estratégico. Para ello es necesario contar con financiación de instancias valencianas, españolas y europeas, acometiendo las inversiones necesarias en el pantano, las depuradoras y las redes de irrigación. Si devolvemos a la presa la función para la que fue concebida, respaldando al Sindicato de Regantes de la Huerta de Alicante, daremos a la marca l'Alacantí un valor añadido con efectos dinamizadores incalculables sobre nuestra economía. No existe otra comarca que pueda presumir de una agricultura sustentada gracias a la presa más antigua de Europa.

Paralelamente se precisa recuperar cultivos en la Huerta alicantina, vinculándolos a su rico patrimonio histórico, adaptándolos al siglo XXI y a los nuevos requerimientos económicos y turísticos. Habilitar tejidos agrícolas, reconstruyéndolos física y mentalmente. Conseguir que emerja, entre la maraña de piscinas y urbanizaciones, un parque cultivado, legible y apreciado por la ciudadanía. Restablecer, en la medida de lo posible, un paisaje cultural que no hace tantas décadas era nuestra principal seña de identidad. La Unión Europea, España y todas sus administraciones tienen un compromiso sustanciado en la Carta Europea del Paisaje, que les exhorta a preservar los paisajes vulnerables europeos. Fondos se asignan anualmente para cubrir estas demandas.

La figura de «parque cultural y agrario» propuesta por el actual consistorio alicantino es una apuesta estimulante, pero hasta que sepamos cómo se sustancia, es importante recordar que un parque agrario es un espacio productivo, luego para garantizar su viabilidad es imprescindible vincular al sector terciario y urbanístico. Se requiere estimular la llegada de inversores, siendo especialmente atractivos los empresarios vinícolas. Importantes bodegas y campos abandonados podrían restaurarse, recuperando con ellos nuestro buque insignia, el Fondillón. Para el desarrollo del parque se requeriría aprobar un plan director, un plan de gestión y un ente gestor capaz de arbitrar los complejos intereses en juego, públicos y privados, implicando a los cuatro municipios hortelanos: Alicante, El Campello, Mutxamel y Sant Joan d'Alacant.

La Huerta de Alicante se juega en la próxima década su supervivencia. Puede acabar siendo engullida definitivamente por el tejido urbano, relegando a los libros de historia su maravilloso legado, hurtando a nuestra comarca de su más valioso recurso diferenciador. Asociaciones como Plinthus, Camins de Sant Joan, Alicante Vivo o Lloixa, trabajan diariamente para evitar que esto ocurra. Por eso, también puede que el Camp d'Alacant recupere su pulso, restableciendo paulatinamente usos agrícolas que podrían compensar potenciales pérdidas otorgando valor añadido a sus productos, ofreciendo al visitante hospedaje en sofisticadas villas tradicionales y productos de una huerta centenaria, en una hermosa campiña cercana a maravillosas playas.

De nosotros depende, que nuestros nietos conozcan lo que fue nuestro campo visitando el MARQ, o por el contrario seamos capaces de conservarlo y amarlo, como ente vivo, fértil y estimulante. El ejemplo del molinero Pere Esquerdo nos demuestra que allá donde las gentes piensan, los pueblos prosperan.