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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Ausencias

Si es verdad que el único paraíso es el paraíso perdido, que decía Proust, Alicante, paradigma de lo efímero, sería el lugar ideal donde refugiarse. Un lugar donde podemos estar convencidos de que lo que hoy es dejará de ser pasado mañana. Martín Sanz llegó a Alicante, procedente de Madrid, hace veinte años. Sólo veinte años. Y han bastado dos décadas para que, a la hora de hacer balance, se le agolpasen en la mente y en el corazón, tantos recuerdos de gentes y lugares, que necesitase compartirlos en un libro.

Ausencias, que cuenta con una delicadísima portada de Elvira Pizano y una evocadora sección gráfica coordinada por Juan Carlos Soler, es un chute de nostalgia en toda regla. Terapéutico para el autor, que dedica la obra a su padre, e incitador de recuerdos para todos los que estuvimos ahí, cohabitando con las gentes que se evocan y en los lugares que se citan.

El Alicante recordado por Martín Sanz ya ha dejado de ser, sustituido por otro en muy corto espacio de tiempo. Si a esto añadimos Internet y las nuevas tecnologías, convendremos que los usos y costumbres en la ciudad de 1996 poco tienen que ver con nuestros hábitos y nuestros lugares de hoy en día. Salvo excepciones que confirman la regla.

Recuerdo el momento en que decidí comprar mi vivienda en la ciudad, en los tiempos en que Martín llegó a Alicante. Entonces me decanté por una primera planta situada encima de una farmacia. Creyendo, ingenuamente, que tenía asegurada la tranquilidad debajo de mi cama. Pero esto es Alicante, la farmacia cerró y he perdido la cuenta a la hora de contar los negocios que han pasado por esos bajos.

Ya sabemos que no hay mal que cien años dure. En Alicante no es necesario esperar tanto.

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