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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Sonidos que no se pierden

Una persona de orden, estrato social altito y sensibilidad a raudales fue de la primera que recibí un mensaje con lo acontecido en Cuba señalando que «era lo que era, ¡pero la música..! y adhería la voz de Carlos Puebla: «Aquí pensaban seguir/ ganando el ciento por ciento/con casas de apartamentos/y echar el pueblo a sufrir. Y seguir de modo cruel/contra el pueblo conspirando/para seguir explotando... En eso llegó Fidel y se acabó la diversión». A su leyenda han contribuido partidarios y detractores con generosidad extrema. Las apuestas coinciden en que los principales enemigos planearon acabar con él en más de 600 intentonas y cada vez que se propagaba un rumor exitoso, en lugar de comunicado, un doble aparecía por la calle. Ahora, que ya parece haber muerto, lo que está contrastado es que, de los autores de obituarios en las principales cabeceras estadounidenses -el Times neoyorkino, el de Los Ángeles y el Washington Post, donde forman un género que se prepara con antelación-, dos se fueron de este mundo y, el tercero, donde no está es en el diario. Quien sí vive en el pueblo lucense de Láncara es la prima de los Castro y, aunque ya sin Fraga al timón, acudió al homenaje tributado junto a la casa natal del padre de los mandatarios caribeños. Teniendo en cuenta que Manuela rebasa los 103 tacos, hay que preguntarse de qué material estará hecho el linaje. Puede que, debido a ello, los Stones se sintiesen solidarios y se les metiera entre ceja y ceja ofrecer un concierto gratuito en la isla. Tocando por el sur intentaban derribar los muros burocráticos para la visita. Mientras los cubanitos permanecían ajenos, las barras bravas de Keith Richards lograron en La Plata que éste se conmoviese al cantar Slipping away. Tras vencer multitud de obstáculos, Obama fue de telonero de lujo y bendijo a la banda. Llegado el día, nada que ver con el delirio argentino, seguramente porque cuesta soltarse de sopetón a movidas así. A pesar de todo, se alcanzó el clímax antes de saber qué sonará en adelante. Gracias a Trump, igual sigue dando guerra Fidel.

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