Leo el título de una conferencia del señor García, patrocinada por el Partido Popular de la Comunidad Valenciana, El derecho a la libertad de elección de los padres frente a la imposición del valenciano a su hijo y me pregunto ¿por qué no hay otras conferencias con un título similar? Por ejemplo: «El derecho a la libertad de elección de los padres y las madres frente a la imposición del/de la [?] a su hijo o hija». En el espacio entre claudátors el lector puede poner lo que desee en relación a la escolaridad de su hijo o hija: Educación Física, Inglés, Francés, Historia de España, Matemáticas, Física, Química, Arte, Dibujo, Castellano, Español... Lo que desee.

¿Es una barbaridad lo que digo? Yo creo que sí. Los currículums educativos, las lenguas que se usan para impartirlo, con qué metodología, en qué proporción, etcétera, los deciden los expertos en función del modelo educativo que se ha dado una sociedad que quiere ser de una determinada manera. Un padre o una madre no puede decidir que su hijo estudie la geografía de Rusia -o de la comarca del Bierzo- si vive en Andalucía o en Aragón. Lo razonable será que estudie una geografía que partiendo de lo próximo siga con España, Europa y el entorno universal. No lo duda nadie.

Si la ciudadanía valenciana se dio democráticamente, y apoyado por amplia mayoría -la fuerza política principal que lo impulsó fue el PPCV-, un Estatuto de Autonomía que dice en su artículo sexto que «La lengua propia de la Comunitat Valenciana es el valenciano», que es oficial, que se tiene que enseñar, que estará garantizado su uso y conocimiento, que nadie podrá ser discriminado por razón de lengua, que será especialmente protegido, que se regulará su uso administrativo y educativo, que en unos territorios predominará el uso del castellano más que del valenciano -y al contrario- y que se «podrá» exceptuar la enseñanza del valenciano, es lógico que desde la Generalitat Valenciana se legisle para que todos los ciudadanos conozcan bien las dos lenguas oficiales y eso solo se puede hacer con unos diseños educativos que primen el uso en la enseñanza de la lengua que menos presencia social tiene, es decir, el valenciano.

Si esos diseños educativos, digámoslos programas, líneas, niveles o como se quiera, no son capaces de conseguir que al final de la escolarización nuestros pequeños y jóvenes tengan un dominio igualitario de las dos lenguas oficiales -y significativo en una extranjera, el inglés- el sistema educativo habrá fracasado allá donde no lo consiga, sea en Morella, Requena, Sagunt, València, Navarrés, Gandia, Benidorm, Villena, Monòver, Elda, Elx o Oriola/Orihuela.

Nuestros centros educativos, desde Infantil a Bachillerato, pasando por las etapas obligatorias de Primaria y Secundaria están obligados a garantizar la competencia idiomática en las dos lenguas oficiales, no necesariamente para que las usen obligatoriamente los escolares -futuros ciudadanos con plenos derechos y deberes-, sino para que todos ellos puedan usar esas dos lenguas oficiales con la garantía de la comprensión del interlocutor particular, corporativo o institucional. Sin la reciprocidad idiomática, la libertad de elección es falsa y siempre penaliza la lengua minoritaria, el valenciano.

Y ese, y no otro, es el compromiso que debe abordar la política educativa y lingüística de la Generalitat Valenciana, más allá de prejuicios familiares inducidos la mayoría de les veces por políticos que jamás han hecho políticas lingüísticas positivas y son expertos en hacer política demagógica con/contra la convivencia lingüística.