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Joaquín Rábago

Vivir al día

Escuché el otro día decir a un atleta cubano que ahora compite bajo nuestra bandera que en Cuba los jóvenes se han acostumbrado a vivir al día.

No tienen futuro ni esperanza, comentaba ese deportista que se formó allí y decidió un día cambiar de colores, como queriendo establecer una clara diferencia con lo que ocurre en España.

Con seguridad que es así - cualquiera que haya visitado la isla puede atestiguarlo-, pero ¿es que en este país tienen los jóvenes demasiados motivos para el optimismo?

Es cierto que pueden viajar si el dinero les da para ello, comprarse un móvil al que estar enganchados todo el día, y ciscarse en el Gobierno, siempre, esto es, que no se pasen.

Pero por lo demás: ¿qué futuro les espera a la mayoría, habría que preguntarse, cuando lo único que se les ofrece es un trabajo precario, cuando lo encuentran, y sueldos miserables?

Indican las estadísticas que más de un 90 por ciento de los menores de treinta años, si consigue algún empleo, es de tipo temporal. Y que un 38 por ciento de los jóvenes están por debajo del umbral de pobreza.

¿Es que incluso los que han estudiado alguna carrera- cada vez por cierto más devaluada- ¿pueden forjarse un proyecto de vida, pensar en una vivienda propia, una familia, como los de anteriores generaciones?

Les queda la posibilidad, que no tienen, es cierto, la mayoría de los cubanos, de salir a buscarse la vida fuera.

Pero incluso eso se está poniendo cada vez más difícil en vista de los rampantes nacionalismos y la feroz competencia por unos puestos de trabajo cada vez más escasos.

El atleta cubano que hizo esos comentarios parece pasar demasiado tiempo en las pistas.

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