Que mi padre fuera un funcionario errante, tiene la culpa de haber nacido yo en la muy noble, muy leal, benemérita, invicta, heroica y buena, capital del Principado de Asturias, y si añado haberme destetado entre Tazones, Selorio, Villaviciosa y Lastres, creo justifica con creces lo que les voy a relatar de forma bien distinta a como les ha emocionado el anuncio de este año.

Comienza con una visión desde el mar del pueblo de Tazones, no menos de 300 almas. Eso mismo le pasó hace casi 500 años a un joven que venía de Flandes y allí fondeó, con la lotería añadida de acabar siendo el rey del Imperio hispano-alemán. Dicen apócrifas leyendas que la causa de su muerte fue una gota irredenta que le hizo fallecer en el Monasterio de Yuste y que tiene su origen en ese paraje marinero en el que desembarcó, y que no abandonó hasta consumir miles de centollas, una tras otra, hasta reventar unos riñones que nunca consiguieron recuperarse del atracón.

Aprovecho el ingenio de un asturiano anónimo para evidenciar que la ficción raras veces coincide con la realidad, y en esta, mucho menos.

Les pongo en escena; la abuela prepara un desayuno de lujo a un millenial asturiano, y el guaje ( chaval en castellano ) no levanta la mirada del móvil de turno y responde abruptamente que no tiene hambre con un desprecio a las canas que produce congoja a quién lo ve reproducido, convirtiendo al capullo ese en el malo de la película, aunque luego, parcialmente, se rehabilita.

Vamos a ver, si una güela (abuela) asturiana lleva el desayuno al neñu (el capullo millenial), y este le dice que no tiene hambre, se va a la cocina, hace un par de huevos fritos con chorizo de Noreña o de Tineo, y si el rapaz (el mismo de antes) sigue diciendo que no, coge la zapatilla, se la tira a la cara y le lanza un grito poco habitual en ella, le quita los auriculares, y le susurra, «come que te abraso».

Aumentamos la presión, celebrando el no premio, en el chigre, sale el carbónico para la celebración en vasos de cava/champagne. Ni que fuera San Sadurní de Noya, allí hay cava, pero en Asturias se abre una caja de sidra, y a escanciar, culín tras culín, y mucho pescador solidario con la abuela, pero no se ha visto en el anuncio ni una centolla de las nansas de Tazones.

Lo de ir a abrazarse a la peluquera con toda la peña en vez de ir a pillarse una moña como un burro, es como el millenial facilitando un Sálvame con cámaras de vídeo para que la jefa se vea en el Telediario.

Y ahora, echamos el cierre a la ficción y retornamos a una realidad menos de laboratorio cinéfilo. Un nieto millenial bien distinto convenció a su abuela Pilar, una madrileña de 84 años, para que se presentara a un casting porque seguía estando estupenda. Era la primera vez que se ponía delante de una cámara, y fue seleccionada porque desprendía una luz especial.

El Gordo de la Lotería es que una persona de más de 55 años consiguiera un puesto de trabajo.