Como todos ustedes ya conocen, el 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer.

Hemos de seguir conmemorando este día porque supone recordar todo el enorme trabajo que queda pendiente de realizar por toda la sociedad, instituciones, organismos públicos y privados, nacionales e internacionales, legislación, centros educativos, entorno familiar y un largo etcétera, que nos lleve algún día, a poder ser no demasiado lejano, a acabar con esta gran lacra que es la violencia de género. Y para ello, la ONU pide incrementar los fondos, puesto que son muy escasos los recursos destinados a estas iniciativas. Recordemos que la violencia contra las mujeres se ejerce de diferentes formas: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial, simbólica, doméstica, institucional, laboral...

La agresión ejercida por la pareja en ciertas partes del mundo, conlleva entre el 40 y hasta el 70 % de los asesinatos de mujeres, según Naciones Unidas. Además la violencia genera gastos médicos y judiciales, teniendo un gran impacto en los presupuestos nacionales y la discriminación de ingresos económicos en los hogares por la pérdida del empleo o la productividad de la mujer afectada.

Cuando los líderes mundiales adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015, reconocieron que el fin de la violencia contra mujeres y niñas es un requisito previo indispensable para la consecución de la agenda para el desarrollo. Pero los recursos económicos asignados para este tema no se ajustan a la magnitud del desafío.

Desde el 25 de noviembre al 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, la campaña 16 días de activismo contra la violencia de género tiene como finalidad sensibilizar y movilizar a la población mundial a fin de lograr un cambio. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamó a los Gobiernos a mostrar su compromiso aumentando drásticamente los gastos nacionales en todas las áreas afectadas, incluido el apoyo a los movimientos de mujeres y a las organizaciones de la sociedad civil. Debemos unirnos para poner fin a la violencia contra la mujer.

La directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, destacó que en muchos países las leyes todavía siguen siendo inadecuadas, no hay refugios ni apoyo de salud y el sistema judicial es inalcanzable, caro y sesgado en contra de las mujeres y a favor de los perpetradores. Cambiar estos elementos tiene un coste y el precio de no hacer nada es «inaceptable».

En cuanto a la provincia de Alicante, ésta cerrará 2016 con unas 9.000 denuncias por malos tratos, lo que supone un incremento de un 34% respecto a las registradas en el año anterior, según las estimaciones de la Audiencia Provincial, en base al ritmo de denuncias que se están presentando en este año. Parece ser las víctimas cada vez se atreven más a denunciar, es decir, a no ocultar la violencia recibida por sus agresores.

Recientemente se ha celebrado en el ADDA, organizado por la Diputación Provincial de Alicante, el XIV Congreso de Violencia contra la mujer. A dicho congreso han asistido cerca de 1.200 personas. Se han escuchado diversidad de propuestas, tendentes a intentar solucionar y erradicar este gran problema social que vivimos incluso en países desarrollados que se supone respetan la plena igualdad entre hombres y mujeres.

En consecuencia, parece claro que las inversiones adecuadas aunque sean a pequeña escala, pueden aportar grandes beneficios para las mujeres y sus comunidades.

Si realmente queremos poner fin a la violencia contra mujeres y niñas necesitamos actuaciones transversales, involucrar a todos los sectores de la sociedad, dictaminar leyes que protejan a las mujeres y castiguen a los perpetradores, servicios que ayuden a reconstruir las vidas de las mujeres y medidas de protección integral de aplicación temprana. Se necesitan más recursos, más fondos y más inversiones. Es una ardua tarea, pero debe ser un compromiso de todos. Y para ello, cada uno desde nuestras áreas respectivas, debemos seguir trabajando. Hemos de dejar una sociedad más justa y equitativa a nuestros semejantes.