Hay dos hechos recientes que podrían desbaratar la hoja de ruta (rumbo de colisión) del independentismo catalán. El primero sería, paradójicamente, la victoria de Trump, pues Europa y sus naciones ahora deben tomarse a sí mismas mucho más en serio, y nadie apoyaría la emergencia de un factor de inestabilidad así en su flanco Sur (militarmente su retaguardia). El segundo es el acuerdo entre el PNV y el PSOE para desarrollar el Estatuto Vasco en el marco de la legalidad, que de facto abre, por proyección, una auténtica tercera vía en Catalunya. De los asuntos en los que el Estado español puede satisfacer a Catalunya sin perder la propia entidad hay sobre todo uno nominal ("nación") y otro material (más dinero). Ambos forman parte de la ruta abierta en Euskadi, y todos, del PSOE a Rajoy, deberían entender que en ese experimento en laboratorio ajeno se juega la solución catalana.
