«Viento de levante agua por delante». Hace muchos años este refrán en Torrevieja iba a misa, no fallaba. Primero aparecían por oriente, como desgajadas del horizonte marino, las «borias» veloces como preludio de viento y nubes preñadas de agua. En aquellos temporales las copiosas lluvias nos acompañaban tres días.

Lo del cambio climático debe ser un hecho. Un ejemplo: las previsiones de la semana pasada, cuando el anunciado episodio de viento llegó puntual (esperé sus primeras «estropás» en la playa de Los Locos). Fallaron estrepitosamente las previsiones de lluvias y aguaceros. No llegó a caer una gota a lo largo de sus tres jornadas de duración.

También por estos días tuvimos otro episodio meteorológico. Fue el de la luna llena, grande muy grande y de color naranja. Me pilló desprevenido porque no vi el anuncio de Proyecto Mastral.

En mi faceta de taxista esperaba a la clienta habitual en la calle de Ramón Gallud. Mientras llegaba, con un ojo puesto en el coche por si aparecía la Policia Local a mandarme con viento fresco por estar mal aparcado (como casi siempre), puse la vista en unos jamones de pata negra expuestos el escaparate de una charcutería de gourmet. Apoyado en el cristal del establecimiento me separé un poco. No quise ser confundido con Carpanta. Entonces miré al final de la calle y contemplé, apareciendo por el horizonte, una esplendorosa y anaranjada luna llena, fenómeno que cuando se vuelva a repetir en muchos ya no existiremos.

Escribo sobre el recurrente tema del clima porque es contraproducente abordar otros asuntos cuando la indignación está a punto de desbordarte.

Ahora resulta que las llamadas «paguicas», la subvenciones a pensionista otorgadas por el PP desde los años noventa del pasado siglo son ilegales desde el 2003 según la Subdelegación del Gobierno Central y los técnicos municipales.

Este tipo de ayuda los populares empezaron a darlas, en un principio, a diestro y siniestro, pues llegaron a recibirla «primos», «cuñaos» y amigos. Después las condiciones requeridas para poder cobrarlas se regularizaron. Como quiera que en los últimos años el pago de las paguicas llevaba más retraso que el «granaíno», ahora resulta que quienes se benefician de ellas van a perder las correspondientes a los dos últimos años. Para el próximo ejercicio del 2017 el alcalde José Manuel Dolón anunció su propósito de articular otras ayudas sociales.

Como hemos reflejado en más de una ocasión, venimos de una larga etapa de «todo vale» en este pueblo, donde por lo oído y leído ha llegado el momento de regularizar y legalizar lo que comúnmente ha sido alegal o ilegal. Y la tarea, además de ser ardua, va a dejar muchos muertos y heridos en el camino.

Retomando el cambio climático, lento cual apisonadora antigua, a ese fenómeno se puede aplicar a la evolución de las gentes de este pueblo. Lo digo porque por primera vez en la historia de las entidades locales he leído unas declaraciones donde el nuevo presidente de una de ellas, la de los comerciantes locales (Apymeco) David Sánchez ha afirmado públicamente que las asociaciones locales deben unirse y lograr la independencia económica para funcionar. No hace falta ser un lince para deducir lo que es de cajón: Hasta ahora la «gasolina», la energía para poner en marcha actividades promocionales la ha venido poniendo el Ayuntamiento.

Cambiando de tema: me sentí un privilegiado el sábado día doce de noviembre. Fue en el Casino de Torrevieja con motivo de la presentación de un libro compendiando una selección de las columnas semanales que firmo en este diario y otros escritos.

El privilegio fue por partida doble, pues además de lo del libro me vi rodeado de amigos, pues al fin y al cabo y tras muchas millas ya por popa a estas alturas, llega uno a la conclusión de que lo que más merece la pena en este mundo son las personas que te aprecian y aprecias.

De todo lo relacionado con el acto (presentado por mi amiga y periodista Amparo Peiró) se encargó el también periodista y amigo Óscar Albaladejo a quien se debe la edición del libro. Su tarea fue considerada como ardua y minuciosa y el público asistente, muy variopinto, al igual que la presencia de políticos locales a quienes genéricamente saludé como tirios y troyanos.