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Tomás Mayoral

Lecciones incompletas

El alcalde Echávarri debate con los niños. Es de agradecer que al fin debata con alguien y, puestos a elegir, es siempre mejor enfrentarse a la lógica infantil, que es dura pero limpia, que a la lógica política, que también es dura, pero muy sucia. También es de agradecer que, por el tenor de sus respuestas, pareciera que se había preparado el pleno infantil. Y que diga cosas tan interesantes como que la limpieza en Alicante cuesta 4.000 euros a la hora y que pese a ello hay 24.000 excrementos de perro campando por nuestras calles cada día. Mucha mierda es esa, dirán los niños. Mierda que, por cierto, el alcalde arrastra y suelta en el debe de la gente incívica que no recoge lo que sus mascotas siembran, pero no del lado de un Ayuntamiento que debería reconocerse como parte inseparable de su ciudad y creer, por tanto, que todo lo que pasa en ella le incumbe y le compromete: para lo bueno y lo malo. Una oportunidad perdida de educar en el civismo a quien había ido allí a aprender. Pero Echávarri es político hasta en la sesión infantil de los plenos. Si debe tirar de datos de difícil demostración pero impactante efecto y del infalible resorte de la culpa ajena, tira. No podemos sujetar a un purasangre. Especialmente cuando elige las carreras donde solo puede ganar.

Lo mejor de ayer es que cinco colegios de Alicante consiguieron lo que toda la Corporación Municipal en pleno no logró hace unas semanas: que el alcalde se quedara a responder a sus preguntas. Nos queda la duda de si Echávarri tenía las citas al revés en la agenda y creyó que el de ayer era el pleno del Estado de la Ciudad.

Eran ediles menudos. Pero, ¡menudos ediles! No hubo intereses inconfesables en sus exposiciones ni retórica parda y sí mucho sentido común. Preguntaron por lo que les preocupa (acoso escolar), pero también demostraron amplitud de miras y criterio al plantear cuestiones sobre la pobreza infantil, los desahucios, la desigualdad, la emigración de nuestros jóvenes mejor formados y que no cuenten con ellos en las decisiones que les afectan. Saben aún poco de este mundo, pero tienen una visión sencilla de las cosas que nadie debería perder con los años.

Echávarri dio ayer importancia a los niños hablándoles como si fueran adultos. Pero la lección hubiera sido completa si antes no se hubiera negado a hablar con los adultos, tratándolos como si fueran niños malcriados y molestos a los que se abandona cuando dan la tabarra.

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